Me he tomado libertad de poner el título de la de hoy en english para intentar llevar la ironía y el sainete a la hipérbole más extrema. Aquello de Jacinto Benavente de que la ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe. Es que a los cordobeses nos conviene ejercitarnos en el sano arte de la ironía, pues si no acabaremos llorando por las esquinas. Recientemente el PP cordobés denunciaba la pérdida de 600.000 euros en el alquiler de un local en el distrito Sur que el Ayuntamiento nunca ha llegado a usar. El contrato de alquiler tiene una vigencia de diez años y comenzó a contar en el 2009 con un coste de alquiler mensual de 66.597 euros. Y con unas condiciones contractuales leoninas al favor del arrendatario. Eran tiempos en los que la vara de mando municipal estaba en las manos de aquella que en ese mismo año fue declara por Julio Anguita como La Villana, y que abandonaba a IU para pasarse al PSOE. Con la de cosas que se pueden hacer con ese más de medio millón de euros. Pero los cordobeses hemos aprendido una máxima política que por cierto la practican demasiados políticos y que dice que hay tres grupos de personas que gastan el dinero ajeno: los hijos, los ladrones y los políticos. Pero claro, tras este despilfarro ajeno que no duele en el bolsillo del que lo realiza subyace una falta de moral y ética supina, impropia de alguien que se dedique a promover el bien ajeno como se supone que debe de hacer un político. ¿Cuánto nos cuesta a los ciudadanos la falta de ese compromiso moral o ético con el bien ajeno? Por supuesto tiene un coste real y económico, pero también nos está menoscabando otro patrimonio ciudadano fundamental en democracia: la fe en nuestros políticos. Si el que ejerce la política no ama al prójimo ciudadano como a uno mismo, convierte la democracia en una película de terror. Pues eso: The Contract.

* Mediador y Coach