Confieso que en estos tiempos trepidantes de noticias estoy un tanto alejado de la actualidad, y encima, mientras trabajo y escribo por las tardes he cogido la mala costumbre de poner en la televisión programas documentales, dejándolos pasar en la pantalla a lo largo de las horas sin fijarme mucho, como el que tiene música de fondo pero con la siempre monótona voz del locutor. He observado que ese tono plano ayuda a dos cosas: a dormir, si uno va a echar la siesta, y a concentrarse, siempre que, como digo, no se le preste mucha atención.

Pero más aún: aunque no se siga el programa intensamente, basta este sonido de fondo para realizar a veces grandes hallazgos y hasta para encontrar claves de la actualidad que no te la dan ni los más sesudos debates de politólogos.

Por ejemplo, los programas de naturaleza son muy instructivos. Un ejemplo: he descubierto que el bicho africano más importante y que más minutos chupa cámara, sin ser jamás el protagonista de ningún documental, es el ñu. Si hay un programa sobre leones, hay ñu para el almuerzo. Si es de cocodrilos, ñu para la merienda. Si se trata de leopardo, cae un ñu de cena; igual que si hablan de guepardos, hienas, perros salvajes, pitones... ¡Todos pillan ñu!

Y en este sentido, los documentales históricos y sociales son igualmente reveladores. No hay ñus, por supuesto, aunque no falten figuras históricas que sean unos auténticos animales. Y sin embargo en toda guerra, en todo conflicto, en toda revolución, genocidio, o avance social y cultural hay un animal presente que es el innombrado protagonista por ser la víctima propiciadora de las fieras sociales: llamémosle el trabajador, la clase media, el pueblo, el ciudadano o el esclavo...

Porque los depredadores en la historia se alimentan de esa clase media a base de impuestos, como carne de cañón en las guerras, como sufridores de las grandes crisis... Pero igual que en los documentales de naturaleza, lo que distingue en todo conflicto a las sociedades triunfantes de las que fracasan es que las que prosperan no exterminan a la vez a todas sus presas. Las fieras mantienen a raya sus apetitos, conscientes de que una clase media, un pueblo saludable, unas presas que prosperan son también una garantía para las próximas temporadas y para el futuro, y que ello beneficiará tanto a depredados como a depredadores. ¡Ya ven cómo enseñan los documentales de cocodrilos y ñus!