Las mujeres constituyen la mitad de la humanidad, presente y activa en todas las culturas, razas, edades, clases sociales, religiones, confesiones cristianas... Es la aportación de la cultura de mujer, con su expresión, su historia, su experiencia, que, según los distintos medios y circunstancias, apenas lleva un siglo desde que empezó a ser recuperada. Las mujeres que hacen cristología tratan de releer con nuevos ojos el Evangelio mismo y redescubrir, incluso desde su experiencia concreta de mujeres concretas, otra perspectiva. Buscan redescubrir el verdadero rostro de Jesús de Nazaret. Para buena parte de la teología femenina, la cristología dogmática ha sido una patriarcalización de la cristología que rigió durante los cinco siglos de transformación del cristianismo, el cual, de ser considerado como una secta marginal dentro de los movimientos de renovación mesiánica del primer siglo del judaísmo, pasó a ser la nueva religión del Imperio. Si bien a la luz de la eucaristía, que es sacramento y vínculo de unidad, queda relativizada la masculinidad de Cristo, sin embargo, las mujeres se han preguntado: ¿por qué el acceso a algunos de los sacramentos y no a todos? La Encarnación del Hijo de Dios en forma masculina y, de todos modos, desde el punto de vista de la figura histórica de Jesús, subyace y persiste la pregunta: ¿Por qué la Encarnación tuvo lugar en un varón y no en una mujer? La teología femenina se pregunta ¿por qué un Dios Padre y un Hijo... por qué subsiste la forma histórica masculina de un salvador y no una salvadora...? (eso dice Leonardo Boff. en su libro El rostro materno de Dios). También subyace en estas interrogaciones la ordenación sacerdotal de las mujeres. En el tercer milenio, a través de la aportación de la mujer, carisma de comunicación y de comunión, ¿podrá ser el milenio de la comunión eclesial? ¿Y preguntarse qué postura tendría María con respecto a las reivindicaciones actuales de las mujeres?, seguramente sería la mujer del Magníficat «Ensalza a los humildes y derriba a los poderosos».

Dice el Papa Francisco sobre la mujer en la exhortación Evangelii Gaudium (que no es una definición dogmática), que en el asunto concreto de la ordenación sacerdotal de mujeres, «hay un gran desafío». El asunto, por tanto, está en un proceso de búsqueda, les dice a los teólogos que «podrían ayudar a reconocer mejor lo que esto implica de positivo con respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia» (EG nº 104). El teólogo Kasper decía que hace falta un nuevo paradigma de hacer teología, de manera que la Iglesia pueda hacer los cambios precisos para la Nueva Evangelización en este caso entre las mujeres. Por último, respecto a Dios Padre se diría que no es varón, que no es ni masculino ni femenino, que transciende la masculinidad y la feminidad, y no impide, la liberación e igualdad de las mujeres en los ámbitos sociales y eclesiales.

* Diplomado en Ciencias Religiosas