Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos», así de contundente hablaba Michael, el segundo hijo de la también activista cristiana asesinada Alberta William King, rebautizado con 5 años bajo el nombre de Martin Luther King en honor al polémico reformador alemán precursor de la reforma protestante. Protestante fue un adjetivo que le persiguió toda su vida, protestante su nombre y creencia, protestante su ideología de la no violencia contra la violencia, protestantes sus postulados, acciones y convicciones contra los poderes fácticos que enturbiaban la vida de su país y connacionales de raza negra. Protestante la rebeldía de su genética por negarse a ser subyugada como ciudadanía de segunda, producto de una vergonzosa segregación racial institucionalizada. Protestante a que se hablara hipócritamente de libertad en una nación en la que honor y dignidad estaban subordinados a la cantidad de melanina de la piel. Protestante por ser de quienes ven mejor morir de pie luchando antes que vivir arrodillados.

¡Bravo por esas mujeres y hombres que en todos los tiempos de forma activa y valiente se levantan contra los abusos del sistema! Entienden que esto de ser críticos y protestantes no es nada malo, pese a que en nuestro país y la Europa antiluterana se le diera una connotación histórica negativa satanizando el termino hace 500 años bajo la propaganda de una institución inquisitorial que emularía los primeros fake news en pleno siglo XVI. Tan evidente ha sido el avance de los desobedientes críticos, que con los siglos se han despuntado, ostentando hoy por hoy ser los Estados con mayores índices de paridad intergénero, tecnología, bienestar social, transparencia institucional... Y no lo digo yo, lo dice el Índice de Desarrollo humano de la ONU. Me reitero: no hay que tenerle miedo a las muletillas, lo protestante siempre está de moda, sobre todo cuando se reivindican derechos que pretenden ser vulnerados bajo la venia de la invisibilización institucional.

A este respecto al cumplirse 50 años del asesinato del pastor evangélico King, sería injusto no hacer referencia a las valiosas aportaciones de grandes mujeres escondidas por el puño de la tiranía mediática machista. Me refiero a Rosa Parks y Mahalia Jackson. La primera, costurera de 42 años, un día de vuelta a casa decide sentarse en un puesto de autobús reservado por la ley a personas blancas, no cediendo su silla a un hombre blanco. Su detención desemboca una masiva campaña de boicot contra el sistema de segregación a la cual se une King comenzando así la lucha de desobediencia civil no violenta. La segunda, la Reina del Góspel Mahalia Jackson, también acompañó al pastor King en la lucha por los derechos civiles. Y es que la música del alma para los tiempos violentos ha logrado concentrar por siglos un potente antídoto esperanzador que inicio su gestación en tiempos de esclavitud y años más tarde abanderó la redención racial en forma de cánticos de todo un movimiento espiritual en favor de la igualdad social y la dignificación de los seres humanos.

Debemos trabajar en pro de la valoración de las personas. En el caso de las mujeres remover obstáculos para que se sientan ciudadanas integradas en plenitud de derecho. Democracia y machismo son incompatibles, lo que no se nombra se ningunea, no existe; así que hágase la luz en la lengua cervantina y créanse las portavozas, imanas, rabinas y arzobispas. ¡Basta de invisibilización femenina en los púlpitos religiosos!, ¡que tiemblen los poderes fácticos cada 50, 500 años y cuando haga falta! Es brutal el machismo institucionalizado que relega a las mujeres al papel de segundonas subrogadas al caudillismo masculino «por la gracia de Dios», ¡Cómo me recuerda esta frase a los abusos del Generalísimo! ¿Acaso la capacidad de asumir un rol social debe estar supeditada a la genitalidad? Como diría M.L King «No hay nada en el mundo más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda».

La fe sin obras es muerta, ¡acción a la reivindicación! Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo, como otras sociedades que han desoído la mentira personificada en forma de idolatría, xenofobia, misoginia, violencia machista, y belicismo. «Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá no tuviera necesidad de soñarlas».

* Feminista y soñador