El mundo de las nuevas tecnologías nos ha traído grandes progresos y grandes trampas. Hay que tener cuidado con lo que se dice en una red social; vigilar el acceso de nuestros menores a contenidos peligrosos; tener cuidado con las conversaciones vía WhatsApp, etc. Pero nada de ello es comparable con las ventajas que nos ofrecen. Hay familias que pueden hablar con sus hijos exiliados por un mejor contrato en China por Skype; es posible contactar con amigos de la infancia, con los que de pronto te reencuentras en la red; y en el tema de WhatsApp no me dirán que no tienen al menos cinco chat que les permiten estar en tiempo real al día de su equipo de fútbol, su familia y hasta de las ocurrencias de las mamás y papás del Ampa. Todo tiene su lado bueno y su lado malo... o peor.

Entre las ventajas que adoro, está el chat que comparto con mi hermano, sus hijos y los míos, porque es una manera de que la familia siga viva cada día. Hablamos de ciencia, de política, de las ocurrencias de la abuela, de éxitos y fracasos, de miedos y hasta de religión en cualquier momento. Ayer la reflexión fue la frase del nuevo Nobel de Física, Michael Mayor «no hay sitio para Dios en el Universo». Hubo quien se declaró agnóstico, quien declaró tener el gen de la creencia y no serle posible sustraerse a creer y quien lisa y llanamente dijo «tal vez el Universo sea Dios».

En lo que todos coincidimos fue en la energía que se provoca como consecuencia de nuestros propios actos. Todo tiene su lado positivo y negativo y lo que potenciemos, será lo que tengamos. Si estudias y eres constante, difícilmente no aprobarás; si eres honesto en el trabajo, difícilmente tendrás problemas; si cada día te aprovechas del contrario y crees que el Código Penal es un libro de juegos, es muy probable que te sientes en el banquillo; si lo que haces es escaquearte en el trabajo, terminarás en el paro.

No sé si Dios es o no el universo, pero hoy más que nunca creo en el karma y en las nuevas tecnológicas, así que de pronto rescaté de la red aquello que en febrero de 2017 escribí -y cito literalmente porque no podría mejorar aquello-- «...he llegado a la conclusión de que el karma, la ley de causa-efecto, o el concepto de retribución, existen. Mas veces de las deseadas me he encontrado con gente que después de abandonar, fueron abandonados; que después de herir fueron mortalmente heridos; que después de expoliar y sangrar económicamente a otro, quedaron en la ruina; que después de injuriar, fueron calumniados; que siendo incapaces de amar a otros, murieron solos».

El karma, para bien, o para mal.

* Abogada