No corren buenos tiempos para las mujeres saudíes. Arrancamos el año con el partido de fútbol de la Supercopa de Italia que, como se celebra en Yeda, discrimina a las mujeres, que no pueden asistir al estadio si no están acompañadas de un hombre; unos días después nos llega la noticia de que Rahaf Mohammed Al Qunun, una joven saudí, huye de su familia tras denunciar abusos por parte de esta y pide asilo en Canadá, donde al fin se encuentra. Ella era una muestra de la situación en la que se encuentran cientos de mujeres que cada año intentan escapar de Arabia Saudí en busca de libertad, la mayoría de las cuales acaba bloqueada en la frontera y siendo forzada a regresar junto a su captor.

Pero, ¡oh sorpresa!, no parece que en España importe mucho el destino de estas mujeres. Al fin y al cabo, Arabia Saudí es uno de los países con los que tenemos relaciones comerciales más millonarias -ya saben eso de que «la pela es la pela» vale para todo el mundo- y no vamos a perderlas por un quítame allá esas mujeres que se quejan de todo, hasta de que las controle su marido, su padre o su hermano. Supongo que es por eso que desde nuestro Gobierno las miran, les sonríen y se giran a negociar otro contrato para el tren de alta velocidad o una corbeta más y corren a ver cómo van aumentando los puestos de trabajo, lo que nos hace olvidar una situación que acabamos convirtiendo en algo anecdótico. Total, si ya sabemos todos que las mujeres siempre nos quejamos por algo...

Así pues, a nadie puede extrañar que los saudíes, con esa impunidad en la que viven desde siempre, sigan maquinando nuevas fórmulas para poder controlar cada vez más y mejor a las mujeres. Vaya a ser que se repita lo de Rahaf.

En esta ocasión le ha tocado el turno al Ministerio del Interior saudí, que, tratando de modernizar las formas de control, ha desarrollado la aplicación Absher. Sirve tanto para realizar trámites administrativos con smartphones, como para pagar multas o renovar el permiso de conducir. Qué maravilla, ¿verdad? Pues bien, sepan que también sirve para vigilar a aquellas mujeres que dependen de un miembro masculino de la familia, o sea: todas. ¿Cómo? Sencillo, desde la aplicación, que contiene una base de datos de las mujeres y sus respectivos controladores, ellos deberán dar su autorización a los movimientos de estas, si pretenden atravesar alguna frontera. ¿Parece ciencia ficción? ¿Será la próxima distopía? No, es la realidad a la que se enfrentan las mujeres del país hoy mismo.

Corren malos tiempos para las mujeres saudíes que se mantienen viviendo en la Edad Media, a pesar de convivir con las nuevas tecnologías del siglo XXI. Ya ni espero una crítica desde el Gobierno de España a ese Estado absolutista y opresor de las mujeres, ni tampoco espero que rompan relaciones con ellos porque no respetan los derechos humanos, solo espero -cada vez nos contentamos con menos- que no se les ocurra acudir a mejorar o implementar la app a Cádiz, porque en aras de los puestos de trabajo igual que hacen corbetas para la guerra,harían una app para controlarnos...

* Escritora