Es harto verosímil que, contra su querer más íntimo, el muy honorable en todos los sentidos D. Josep Tarradellas (1899-1988) se haya convertido en un personaje de ancha y perdurable presencia en la escena pública española. La reaparición de un mayúsculo problema de la convivencia que su noble carácter, preclara inteligencia política y exaltado patriotismo dejara casi resuelto al final de su corta y descollante gobernación del Principado. vuelve a situarlo en el centro de la actualidad de un país sobrecargado últimamente de inquietantes y, a las veces, angustiosos desafíos cara a su inmediato futuro.

El encaje siempre difícil de una pieza mayor en el polícromo mosaico hispano ha retornado en el postrer sexenio de nuestra historia con los peores perfiles. La equilibrada y en gran parte armónica relación entre la porción más rica y dinámica en muchos aspectos del país con el resto de sus comunidades que dejara como preciada herencia el mandato admirable del anciano estadista, se ha resquebrajado y hecho añicos en no pocos aspectos ante la mirada expectante y asombrosa de las españolas y españoles de buena fe, esto es, de su inmensa mayoría, tanto al sur como también, sustancialmente, al norte del Ebro. Plumas diversas y penetrantes se ocupan a la fecha de dar con la clave esencial de un fenómeno ideológico, social, económico y cultural de naturaleza enrevesada y, desde luego, sumamente compleja. Lo hicieron ya, como es bien sabido, en el próximo pasado mentes esclarecidas a la manera, entre otras, de Azorín, Unamuno, Azaña, Ortega, Delibes, J. Marías, Gaziel, J. Pla, F. Soldevila, P. Vilar, J. Pabón, P. Laín Entralgo, M. Herrero de Miñón, P. Cerezo Galán, Vicens Vives, Cacho Viu, A. Fontán..., cuya buida inteligencia y envidiable cultura no lograron, empero, entregar a sus muchos lectores ni una «teoría» completa, ni una síntesis histórica reciamente global del llamado con fortuna bibliográfica «hecho diferencial catalán». Pese a la abrumadora publicística hodierna no se columbra hasta el momento que alguno de sus autores supere el loable y valioso esfuerzo de sus antecesores acabados de recordar y logre la hazaña tan esperada de una obra o tratado general en punto al diálogo fecundo entre la porción más innovadora y moderna de la nación y las demás autonomías que constituyen hoy el mapa constitucional de España, una de las patrias de más dilatada y luminosa trayectoria de la vieja Europa, partera inagotable de la mayor y más creativa civilización de los anales de la Historia.

A la espera de que tan deseada proeza vea la luz en un mundo tan exuberante y proteico como es el editorial en nuestro país, la gran figura del primer presidente de la Generalitat restaurada con el advenimiento de la monarquía de Juan Carlos I seguirá imantando la atención y gratitud de todos sus conciudadanos, remecidos hasta el hondón de sus espíritu por el mañana inmediato de su patria.

* Catedrático