A menudo se oye decir que Córdoba está muerta culturalmente, pero sin duda esta máxima responde a la típica pose del intelectual pseudoinsatisfecho que la proclama -el mostrarse ávido de más y más parece que da tono- y no a la realidad. Porque lo cierto es que, si uno está dispuesto en esta ciudad a volcarse en la cultura no hay tarde en que se libre de verse obligado a elegir entre tres o cuatro actos, con lo cual siempre quedará mal con los organizadores no atendidos en su convocatoria si son amigos o conocidos, o bien tendrá que hacer doblete o triplete en una carrera de infarto en la que siempre llegará tarde a los sitios y quedará fatal con todo el mundo. Y es que en Córdoba pasa ya como suele decirse de Madrid, que a las ocho de la tarde si no asistes como público a una conferencia es porque la estás dando tú.

Nada más que con las que organiza la Real Academia -en cuyo seno ingresa hoy como correspondiente en Córdoba la pintora María José Ruiz con un discurso sobre su propia obra- habría para rellenar el otoño cultural: apenas concluidas sus jornadas en torno a los grandes músicos que han dado esta capital y provincia, inauguraba el martes pasado un ciclo sobre los cuatro reconocimientos como Patrimonio de la Humanidad que durará hasta final de año, mientras ayer mismo su fundación ofrecía en el Círculo una Gala Flamenca en la batalla por lograr fondos para las obras de su sede.

Pero Córdoba es ante todo el reino de las letras. Lo es cada vez más en narrativa -hoy presenta el prolífico escritor José Calvo Poyato en la sala Cajasur su última novela, La ruta infinita-, pero sobre todo Córdoba ha sido, es y seguirá siendo el paraíso de la poesía. Lo ha demostrado un año más Cosmopoética, se pondrá de manifiesto la próxima semana con el congreso que estudiará la influencia de Góngora en la literatura hispanoamericana y lo prueba la fertilidad de esta tierra en versificadores de los buenos, así como en iniciativas poéticas con sello de calidad. Como la que nacerá esta misma tarde, en que verá la luz la revista literaria Memorándum, fundada por el poeta cordobés Fernando Sánchez Mayo con vocación nacional.

Este primer número, para cuya presentación se ha escogido la casa del joyero y pintor Pepe Luque --ilustrador de una de las últimas obras de Sánchez Mayo, Poemas para un escenario--, estará dedicado monográficamente al madrileño Javier Lostalé, ganador del Premio Nacional al Fomento de la Lectura y miembro de la Academia Castellano-Leonesa de la Poesía. Lostalé, que ha presentado y dirigido en Radio Nacional de España programas culturales como El ojo crítico y La estación azul, estará acompañado en su homenaje impreso por los también poetas Raúl Alonso y Roberto Loya, que además es periodista de la citada emisora. Junto a ellos, colaboran en este primer número nombres tan reconocidos, entre otros, como Antonio Colinas, Luis García Jambrina, Jaime Siles, Diego Doncel, José Luis Rey, Joaquín Pérez Azaustre y el propio Sánchez Mayo.

Este, como director de la publicación, apunta que Memorándum estará dedicada a poetas con dilatada carrera y relevancia en el panorama hispano, escritores vivos que merece la pena conocer mejor. Porque la intención de la nueva revista es destacar lo que ha de tenerse en cuenta y, como apunta su cabecera, lo que debe afianzarse contra la desmemoria y otras erosiones. Memorándum, gracias a su creador -un letraherido que se entrega con pasión en todo lo que toca- vuelve a hacer de esta ciudad un referente incuestionable de la lírica española. Ojalá tenga larga vida y nos amenice muchas más tardes culturales.