El barómetro del CIS es como el lineal de un supermercado: permite satisfacciones para todos los gustos. El PP pierde punto y medio, parece que por la corrupción, pero sigue en cabeza; el PSOE se impulsa y recupera la segunda posición; Podemos sufre las consecuencias de haber enviado a Errejón al destierro con doce de los suyos y retrocede dos puntos, aunque sigue en posición de disputarle a los socialistas el podio del segundo puesto (la misma ironía que lanzó Susana Díaz a Pedro Sánchez cuando dijo más o menos que a algunos les gusta eso de ser segundones). Ciudadanos tiene la mayor subida, 2,5 puntos, confirmando el camino de «oposición útil» seguido por Albert Rivera, aunque lejos de macronizarse pues no sale del cuarto lugar; las confluencias se resienten un poco, especialmente las formadas entre Podemos e Izquierda Unida, pero también En Comú Podem y Compromis, lo que complica la vida en varias comunidades autónomas. Si Mariano Rajoy cae en puntuación, es solo un aviso, pues el PP sigue teniendo el favor del 31,5% del electorado, y si Podemos ha pasado al tercer puesto, se compensa con la subida en la valoración de Pablo Iglesias, como le ocurre a Alberto Garzón. Y si el PSOE sigue sin pasar del 20% electoral, el líder de la gestora, Javier Fernández, tiene buena nota. Y, como el sondeo se hizo a primeros de abril, se aprecia que la entrada en liza de Susana Díaz no ha perjudicado a las simpatías electorales de los socialistas.

La encuesta permite mil lecturas afinadas, si bien la clave está en que apenas varía el escenario político español. Aunque, claro, el CIS llevó a cabo su estudio antes de que estallara el caso Lezo en el PP de Madrid.