La bondad será lo único que nos haga tener esperanza en la humanidad y será la única arma capaz de llevar a este mundo por las sendas de la justicia y la solidaridad, al tiempo que desterremos de nuestro interior el odio, la envidia, el rencor y el desprecio. Muchos hombres y mujeres se creyeron invencibles haciendo el mal y sucumbieron en su empeño; muchos imperios se creyeron dominadores y cayeron en el tiempo... Y nunca debemos olvidar que al final siempre triunfan el bien y la verdad. Bien sabemos que en los medios de comunicación lo bueno y lo normal no es noticia, pero también existe gente que ayuda a transformar esta realidad en una sociedad más justa y fraterna. Confucio afirmó sabiamente: «Cuando veas a un hombre bueno trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo...», pero no basta ser buenos en la vida sino «procurad que al dejar el mundo veáis no solo que fuisteis buenos sino que dejáis un mundo bueno» (Bertolt Brech). Jamás tiremos la toalla en la andadura existencial que transitamos porque entonces la historia caminará hacia la «ley de la selva» y las conquistas sociales no serán nada más que «fósiles sin sustancia».

En definitiva, la bondad será lo único que nos haga tener esperanza en la humanidad y será la única arma capaz de llevarnos a esta sociedad por sendas cada día más auténticas de solidaridad y fraternidad. Afirmemos con gran contundencia estas palabras de Beethoven, el genial compositor alemán: «No conozco ningún otro tipo de superioridad que la bondad».