Es el de los suicidios uno de los temas tabús en nuestra sociedad tan abierta en algunos asuntos pero tan mojigata en otros. Sin embargo, por fin, se empieza a hablar sobre esta realidad tan frecuente como silenciada. Hay algo que apenas se dice y a mí, la primera persona que me lo expresó lo hizo con voz baja. Se trata de que estamos ante la primera causa de fallecimientos, tras las muertes por motivos naturales, y el doble de las que acontecen por causas de tráfico y 80 veces superior a las de violencia de género. Sobre estas tres causas: enfermedades (tabaquismo, cáncer, cardiovasculares...), carreteras y machismo asesino hay campañas preventivas.

Pero no se hace apenas nada, salvo ser opaco, sobre el suicidio aunque hace un año y dos meses se anunciara un plan de prevención que ahora está durmiendo (como todo el Gobierno) en un cajón tras dimitir poco después la ministra de Sanidad que lo impulsó. Sabemos también que no pocos suicidios se incluyen oficialmente en otras causas (accidentes de tráfico) o una genérica fórmula de parada respiratoria cuando en verdad ha sido una sobredosis de estupefacientes u otras sustancias.

Sobre todo ello hay un gran manto de silencio. Dejo al magen la pendiente regulación de la eutanasia, aun sabiendo que es un tema polémico, pero que hay que abordar. Es, sin duda, una realidad social la llamada muerte digna dirigida por quien es dueño de su propia vida.

En España, la cifra de suicidios sigue aumentando, concretamente el 3% el último año, declarándose oficiales, como tales en el 2018, según el Instituto Nacional de Estadística, la cifra de 3.679 suicidios. Esto es, diez personas se quitan la vida cada día. No pocas de ellas emitieron previamente señales, aun sin intención de anunciarlo, de que podía suceder o, al menos a algunos cercanos no sorprendió su ejecución final.

En otros, la mayoría, sí que causó extrañeza esa decisión consumada porque personas cercanas no habían detectado un estado anímico que les condujese a actuar así. Además de la cifra expresada, se estima, también de nuevo según el INE, que hubo el doble de intentos fallidos de suicidios, más de 7.500. Aquí se habla con naturalidad y distancia de que en los países del norte, los suicidios son mayores por tener menos luz. Eso no se traduce en preguntarnos qué sucede en el país del sol. Los datos oficiales son muy claros y, permítanme, repetir una cifra tan contundente: diez suicidios diarios.

A veces no se trata por pudor, como si hablar de ello pudiera incitar a cometerlo. Pero, en estos temas, junto a la intimidad de una salud mental mejorable, acaso el entorno familiar debería ser elemento de apoyo y contención más utilizable por los profesionales.

A veces, cuando sucede a personas famosas, algunos se interpelan. Yo especialmente no olvido al gran comediante Robin Williams que hizo sonreír a millones de personas y que hace cinco años apagó su sonrisa para siempre, pues tal vez estaba ya más que marchita para él.

* Abogado del Estado