Este viernes no es un viernes negro. Ni santo. Es el viernes del PP. Por la mañana Juan Manuel Moreno Bonilla toma posesión de la presidencia de la Junta de Andalucía desplazando al PSOE del poder desde las primeras elecciones autonómicas de 1981. Por la tarde se abrirá la primera convención del PP de la era Casado. Y será un viernes en el que Mariano Rajoy Brey volverá a tener un gran protagonismo. Por la mañana en Sevilla, con Moreno Bonilla, uno de los suyos. Por la tarde en Madrid, con el discurso en la convención del PP.

¿Cómo enjuiciar el cambio en Andalucía, la primera autonomía por población? En principio la alternancia política debe ser saludada porque airea y renueva la democracia. Donde no alternancia, la democracia chapotea y más tras un gobierno monocolor de 37 años. Y Andalucía vive ahora algo así como España en 1982, cuando la victoria de Felipe González, o Cataluña en el 2003, cuando Pasqual Maragall, con ERC e ICV, logró liquidar el reinado político (y personal) de 23 años de Jordi Pujol.

Pero el cambio andaluz puede comportar mucha inestabilidad porque no se basa en un pacto tripartito (como el catalán) sino en dos pactos bipartitos y diferentes que se ignoran ostentosamente: un pacto de gobierno PP-C's que sólo se puede implementar por otro pacto posterior de investidura PP-Vox que Albert Rivera dice no haberse molestado en leer por ser papel mojado. ¿Podrá gobernar entonces Moreno Bonilla, a quien ninguneaban llamándole Moreno Nocilla, con un taburete de dos patas?

Más motivos de inquietud. El palacio de San Telmo, sede de la presidencia, estará condicionado por Vox, un partido nacionalista de extrema derecha que con su éxito ha demostrado que España no es inmune la ola populista que amenaza a Europa. No es un buen precedente para la derecha -en Suecia se está formando un gobierno apoyado por cinco partidos para evitar algo similar-, pero es cierto que en Austria gobierna un bipartito del PP con la extrema derecha y que en otros países nórdicos la extrema derecha, alérgica a la inmigración, tiene mucho peso.

Sería más preocupante que el doble pacto andaluz fuera un precedente para España porque eso aumentaría todavía más la peligrosa polarización. Una especie de Frente Nacional (PP, C's y Vox) contra algo así como un Frente Popular (PSOE, Podemos, PNV, ERC y PDe.CAT) es lo último que conviene.

La política es compleja. El PP de Pablo Casado podrá gobernar Andalucía, aunque haya perdido más votos que el PSOE. Y lo hará con alguien muy próximo a Rajoy y que puede ser calificado de sorayo pues fue la antigua vicepresidenta la que lo impuso con mucho sudor contra Cospedal. Y Moreno Bonilla ha hecho un discurso que Lucia Méndez, la aguda analista de 'l Mundo, ve más propio de Nuñez Feijóo que de Casado. Y Moreno no es un PP andaluz típico. Nació en Barcelona por ser hijo de inmigrantes y si sus padres no hubieran regresado sería hoy un "otro catalán". De los de Paco Candel.

No excomulguemos a priori. La vida es más rica que las ideologías.

* Periodista