Llama la atención, sobre todo, la sonrisa del escritor José Luis Olaizola, ocupando e iluminado la portada de su último libro Retazos de una vida literaria. Ya de por sí es noticia que, a sus más de noventa años, nos siga ofreciendo títulos originales y temas apasionantes, pero el encanto esperanzado de una sonrisa ancha, cordial, amable y optimista, saludando a sus lectores, constituye, sin duda, un contrapunto de verdad y de humanidad en el ambiente de esta sociedad nuestra, contaminada ya por tanta propaganda mesiánica y oportunista. Y, rizando todos los rizos, nos encontramos ahora con propuestas que emergen a modo de programa electoral socialista, al menos en lo que a la agenda religiosa se refiere: reforma educativa, limitación a la concertada, el IBI, las inmatriculaciones, los Acuerdos Iglesia-Estado, la eutanasia. El 28 de abril, como bien sabemos, España celebrará elecciones generales, la tercera vez en cuatro años, reflejo de la inestabilidad política del país tras el fin del bipartidismo, el auge de los populismos de diferente signo y la amenaza de un nacionalismo sin límites. Sin caer en la tentación de pensar que en el voto del católico va su alma, los próximos comicios exigirán al católico, un ejercicio, si cabe, mayor de discernimiento, sensatez y estrategia para desmarcarse de toda propaganda mesiánica y oportunista. He enlazado el tema con la sonrisa de Olaizola porque me ha impactado su último libro, dedicado a sus Memorias, en el que brillan hermosas cualidades para esta hora: ilusión, a pesar de la edad; equilibrio para caminar con honestidad; sensatez, para no perder el juicio; experiencia, para enriquecer nuestros pasos. ¡Qué maravilla de libro sobre una vida embarcada en frentes tan distintos!: los de «un mal estudiante»; un ilustre abogado; un esposo ideal; un padre de familia numerosa; un alto ejecutivo de empresas; y, finalmente, un gran escritor, con más de 80 libros. Olaizola nos descubre intimidades y secretos de su vida, nos invita a ser felices, nos previene de los graves peligros que siempre nos acechan. Y, como tarjeta de visita, su joven sonrisa de 90 años.

* Sacerdote y periodista