A Juan Marín, de Cs, nunca se le había visto sonreír tanto de cara al respetable y a los medíos desde que es vicepresidente del Gobierno andaluz. Antes, siempre que daba la cara, con ese cierto desaliño montaraz que le caracteriza y bajo su hispida cabellera oscura, se nos presentaba siempre con cierto refunfuño u ofuscación y con el tono de voz de un capataz que se impone con cierta discreción a sus braceros por respeto al sindicato obrero. Pero, como decimos, ahora Marín sonríe y ha endulzado su tono de voz, tal vez para hacerlo complementario y marital al tono más solemne y serio que ha adoptado su presidente en aquello de la Junta de Andalucía, esto es Juanma Moreno. Aunque su sonrisa se ha desatado de tal manera que si se busca su nombre en Google, lo primero que aparece es una foto de una comparecencia institucional llena del colorido de las banderas, que la sonrisa y los ademanes de Juan la convierten en un fotograma de Barrio Sésamo. Pero como lo importante en esto de la política es el arte de saber gobernar la sonrisa importa poco. Aunque esa sonrisa por mor de las circunstancias que han posibilitado que sea vicepresidente se puede desdibujar. El cordón sanitario que Cs pone a Vox de una forma rotunda, casi histriónica, pone en riesgo la sonrisa de Marín allá por los pagos de Andalucía. Vox lógicamente rechaza los presupuestos propuestos por el gobierno de Juanma y Juan. Decirle a la ejecutiva de Cs lo evidente, como que no tiene sentido marginar a un partido constitucionalista, tal vez ya no surta efecto, pues si es obvio ellos mismos ya han debido de verlo, aunque no de entenderlo. Aunque si les queda un poco de sentimiento, que al menos rectifiquen por conservar esa rara avis que a mayor gloria de las sonrisas Disney es la de Juan Marín. No se nos ocurre otra excusa para hacer recular este contradiós del veto a Vox.
* Mediador y coach