Estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros para esta tarde. Pero es que si no le gustan, los cambio para mañana. Y así. Creo que no queda nada de lo que ha dicho Pedro Sánchez en su corta vida política que no haya sido enmendado a la totalidad por el propio Pedro Sánchez. El PSOE se ha reunido ayer martes con Bildu y su líder ha hablado por teléfono con Quim Torra. No entro en lo conveniente o inconveniente del fondo del asunto, pero sí en el desconcierto que genera cada día, ¡cada día!, el actual presidente del Gobierno en funciones. Su renuncia a hacer lo que dice es ya un rasgo atribuible a su personalidad y otro clásico de los tiempos gelatinosos que nos ha tocado vivir. Hace pocos meses, Sánchez compareció ante los medios de comunicación para negar que el Partido Socialista de Navarra fuera a pactar con Bildu (ejem) y para dejar muy claro, en ese tono serio y solemne que le caracteriza, que en el PSOE “con Bildu no se acuerda nada”. Ahora, sus representantes se reúnen con la izquierda abertzale en el marco de las negociaciones de investidura; algo que no había ocurrido nunca en la política nacional. Al mismo tiempo, Sánchez estaba llamando por teléfono al presidente de la Generalitat. No era un contacto más, por mucho que lo haya colado en una ronda general con los presidentes autonómicos.

Creo que la interlocución con las instituciones catalanas es muy necesaria. También lo creía cuando Sánchez estaba en campaña electoral y optaba por no cogerle el teléfono a Quim Torra pensando que esa línea dura podía ayudarle a ganar las elecciones. Como así fue. Sin embargo, nada ha cambiado en el president desde entonces. Aquella condena dura de la violencia callejera que le exigía el PSOE nunca llegó. Por lo tanto, Sánchez está siendo incoherente una vez más.

Ojalá no tuviéramos un líder político tan voluble en sus opiniones sobre asuntos de Estado. Prometió traer a España a Puigdemont e ilegalizar los referéndums, se negaba a negociar su investidura con los independentistas, quiso impedir la entrada de Unidas Podemos a ministerios importantes para poder conciliar el sueño y, si echamos la vista mucho más atrás, recuerdo que Sánchez también aseguró hace años que lo primero que iba a hacer si llegaba a La Moncloa era derogar la reforma laboral. Es evidente que sus opiniones y sus prioridades han cambiado. Soy de las que piensa que si consigue ser investido, Sánchez modificará otra vez su forma de actuar. El capital más importante que tiene un político es la consistencia de su palabra. Supongo que ser presidente vale su peso en oro, pero nada puede funcionar bien a la larga cuando has tirado toda tu credibilidad por el sumidero.

* Periodista