Voy a seguir, más o menos, por donde dejé la segunda parte. Nuestro sistema judicial. Me hace mucha gracia escuchar hace pocos días las declaraciones de un político, el de turno, afirmando con rotundidad que nuestro sistema judicial funciona y que, por supuesto, es independiente. Esta es, sin duda, la segunda gran mentira de Occidente (acuérdate de la primera: hacernos creer que todos formamos partes de una sociedad del bienestar). Por supuesto que funciona la justicia y que es independiente, claro que sí, con los parias de la tierra, con los indefensos, con los ciudadanos de a pie, contigo y conmigo; pero ¡ay amigo! cuando comenzamos a subir a esferas superiores comienza a funcionar el teléfono. Jueces quitados de enmedio porque no interesan, otros nombrados a dedo porque son fáciles de manejar, fiscales corruptos hasta las entrañas, y un ministro de justicia que sólo se limita a repetir como un papagayo que cuenta con el apoyo del gobierno. Claro que sí, hasta que salga a la luz algún whatsapp más de Rajoy dando ánimos a Catalá y luego tenga que disculparse ante la opinión pública con un simple «son cosas que pasan en política», como le ha ocurrido a la señora Aguirre, que se ha marchado porque es que la cara ya le duele de la poca vergüenza. ¿Seguimos? ¿Sistema judicial independiente? ¡Venga ya! La justicia sólo funciona con el pobre cuando se trata de desahuciarlo. Ahí sí que funciona la maquinaria del Estado junto a la de los poderes financieros.

Viajamos hasta la Educación. Sobre esto ya saben mis lectores que algo ya he escrito. Solo me quiero detener en el alto grado de ineptitud de quienes manejan los hilos educativos de nuestro país. Ahora resulta que están arrepentidos de haber restado valor a las humanidades y, sobre todo, a la Filosofía. Ahora entonan cánticos de arrepentimiento y ponen la marcha atrás. Donde ante dije digo ahora digo Diego (qué sabio nuestro refranero). Ahora vuelve la Filosofía y, curioso, casi con más fuerza de la que tenía anteriormente. ¿Queréis que os explique por qué ha ocurrido esto? ¿Creéis que se debe solo al hecho de haber recapacitado sobre lo que significa una sociedad de individuos torpes, sin capacidad para pensar, para crear, para imaginar y que únicamente están preparados para repetir mecánicamente una determinada maniobra técnica? Podría parecer que sí, pero mucho me temo que esto es sólo lo que se ve en la superficie. Eso sí, matan dos pájaros de un tiro. Te explico. Por una parte, una sociedad en la que los individuos no son capaces de pensar por sí mismos es, sin duda, una sociedad más manejable, controlable. Sin embargo, una sociedad sin individuos que piensen es una sociedad muerta, que no crece, que no madura, que no es capaz de anticipar el futuro. Sería igual que volver a la sociedad de la posguerra civil. ¿De verdad piensas que a nuestros políticos les interesa salir de la pomada internacional donde se controla toda la pasta? La filosofía, los ciudadanos que piensan son un mal menor que la corrupción política debe soportar. Ya inventarán mecanismos de control para que en unos cuantos años no vuelva a aparecer un 15M. Os recuerdo que la supresión de la Filosofía en las aulas comienza a fraguarse justo después del 15M. Lástima que buena parte de estos han sucumbido también a los encantos del poder de la política y de las finanzas.

Soy consciente de lo derrotista del discurso pero como leemos al principio de algunos libros o películas: lo que escribo está basado en hechos reales. Si, a pesar de todo, quieres seguir salvando la sociedad en la que vives, allá tú. La caverna de Platón aún no ha entonado su último game over.

* Profesor de Filosofía