Quizás por eso se programan tantos descansos en este tiempo, porque estamos muy cansados, porque vivimos en la «sociedad del cansancio». Así se titula el libro superventas de Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio, en el que afirma que cada época se caracteriza por una enfermedad emblemática. «Hubo una época bacterial que terminó con la invención del antibiótico. Y más modernamente, la medicina ha evitado que virus como el ébola o la gripe aviar condicionen la supervivencia humana del modo como lo hicieron las plagas de la Edad Media». Para el filósofo alemán de origen coreano, nuestra época no está ya condicionada ni por las bacterias ni por los virus, sino por otras enfermedades de tipo psicológico y cultural. Y afirma con rotundidad: «Patologías como la ansiedad, la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o el síndrome de desgaste ocupacional afectan a millones de personas de todas las edades y condiciones sociales, adquiriendo el carácter de plagas». Pero estas plagas modernas de nuestro tiempo no son infecciosas en el sentido biológico del termino. Aunque sí son patologías mediadas, transmitidas y potenciadas socialmente por una cultura de la competitividad, el éxito y la aceleración que acaba transformando la libertad en una forma de esclavitud que se vuelve contra todos, incluidos los vencedores. Ante este panorama, el Papa Francisco, en su última exhortación apostólica Alegraos y regocijaos, nos ha advertido tambien, aunque con palabras distintas a las de Han y desde una óptica teológica, de los trastornos de una sociedad que corre el riesgo de desorientarse: «Porque las constantes novedades de los recursos tecnológicos, el atractivo de los viajes, las innumerables ofertas para el consumo, a veces, no dejan espacios vacíos donde resuene la voz de Dios». Será esa voz la que necesitemos en esta hora de angustias y pesares. Pero antes, como nos dice Francisco, hemos de detener nuestras frenéticas carreras para recuperar, a continuación, espacios personales de calidad, para dentrarnos en el agradecimiento, la sorpresa y la confianza.

* Sacerdote y periodista