El filósofo alemán de origen coreano B. Chuli Han sostiene que en nuestra época estamos asistiendo a un cambio de paradigma de tipo de sociedad, desde la que denomina inmunológica del siglo pasado, que termina al final de la guerra fría, fundamentada en conceptos como amigo/enemigo, lo propio/lo extraño, el adentro/el afuera, etc, a otra que se caracteriza por un exceso de positividad o perfección que nos conduce inexorablemente hacia una sociedad del cansancio, título de su obra más conocida.

Esta sociedad del cansancio, presidida por la hiperactividad, el desgaste ocupacional, la auto explotación, donde los ciudadanos se encontrarían en guerra consigo mismos, que se creen libres, cuando en realidad están encadenados, como Prometeo pero al revés.

Ese exceso de positividad, de histeria del trabajo y la producción, da lugar al surgimiento de enfermedades neuronales como la depresión o los infartos psíquicos.

Este cambio de modelo, ya no es de carácter militar, de ataque y defensa, por el que el sistema inmunológico repelía lo extraño, de resistencia hostil a la otredad que se basa en la idea de lo idéntico, sino que la sociedad actual valora más la idea posmoderna de la diferencia. Así, un inmigrante o un refugiado, lo otro/ lo extraño, el intruso viral de antaño, es visto ahora más como una carga que como una amenaza.

Para Chul Han, en el siglo XXI, nos encontraríamos más allá de la sociedad disciplinaria foucaultiana, de fábricas, carceles, cuarteles, hospitales y psiquiátricos con individuos sujetos a obediencia de la prohibición normal/anormal que da paso a una sociedad del rendimiento, de centros comerciales, gimnasios, torres de oficinas, laboratorios genéticos, que maximizan la producción al límite, dando lugar a la depresión del que está cansado del esfuerzo de devenir el mismo, de ser uno mismo.

El fracaso del hombre tardomoderno de ser él mismo, dada su carencia de vínculos, a la presión por rendimiento, a una progresiva fragmentación de su personalidad, de la atomización social, le conduce a la depresión por agotamiento, al infarto psíquico.

Lo que esta dañado no es su cerebro, sino su alma, quemada y agotada. Es el último hombre de Nietzsche, un animal laborans, solo trabaja, explotándose a sí mismo voluntariamente, sin coerción externa alguna. Es verdugo y víctima a la vez, donde libertad y coacción coinciden, es la suya una libertad obligada. Por el contrario, el hombre soberano que anuncia Chul Han, es plenamente dueño de sí mismo, donde la salud, es la única y auténtica diosa frente a una sociedad enferma que sufre un exceso de positividad, cuyas enfermedades psíquicas serían la manifestación patológica de esta libertad paradójica de la libre obligación de maximizar el rendimiento propio.

En la sociedad moderna, los trabajadores al modo de animales hiperactivos y hiperneuroticos, degradan al ser humano sin lograr una deseable sociedad del género humano, que tendría como ideal de vida la serenidad y el sosiego, frente a la vida humana efímera y desnuda del trabajo por el trabajo, que nos conduce a la apatía generalizada, la histeria, el nerviosismo y la intranquilidad, como muertos vivientes, no libres, donde el amo se ha convertido en esclavo de trabajos forzados.

Chul Han lo representa a través del caso de Bartleby, de Melville como figura del trabajo inhumano, del desenfreno de la acción, de los trastornos psicosomáticos, la falta de iniciativa, la irritabilidad, que lleva a un cansancio del yo, a la depresión.

La sociedad venidera, tiempo de paz, tiempo de juego, que deja paso al sosiego, que suprime el aislamiento ego lógico, que conduce a la cercanía, a una vecindad, a un Aura de cordialidad, unidos hombres y cosas.

* Profesor de Filosofía