Del «Síndrome de la Moncloa» hablaron mucho y bien Pilar Cernuda y María Ángeles López de Celis, secretaria perpetua de la Presidencia del Gobierno (lo fue de Suárez, de Calvo Sotelo, de Felipe, de Aznar, de Zapatero y de Rajoy), pero ni ellas ni Esther Palomera, Marius Carol y otros supieron identificar ese síndrome tan español con el «Síndrome de la Hybris», la enfermedad del mundo griego, desde los Dioses del Olimpo hasta Herodoto, el padre de la Historia, pasando por los héroes míticos Belerofonte, Hércules, Aquiles, Agamenón, Creonte, Edipo, Ícaro, Jason, Sísifo o los poetas y filósofos Homero, Hesiodo, Eurípides, Sófocles, Aristóteles, Platón, Aristófanes y etc,etc...

¿Y qué es la Hybris ?

Así, y a bote pronto, la Hybris es la enfermedad que suelen padecer los líderes políticos desde la antiguedad (sin distinción de razas) hasta la Democracia.... Y va inherente al poder (y no sólo político, sino también económico, empresarial, deportivo y hasta religioso). Es la transformación mental que padece el triunfador que alcanza la cúspide y llega a creerse superior a todos y se rodea de aduladores interesados.

Pero, para conocer mejor el «Síndrome de la Hybris» yo recomiendo la obra En el poder y en la enfermedad, del neurólogo y político ingles David Owen, por ser como la «Biblia» del conocimiento de la Hybris, pues no en vano el que fuera ministro de Sanidad y de Exteriores de Inglaterra estudia a fondo el caso de 30 jefes de Estado y de Gobierno para afianzar su tésis (Theodore Roosevelt, Ariel Sharón, Churchill, Chamberlain, Wilson, Kennedy, Reagan, Margaret Thatcher, Charles de Gaulle, etc...).

Y su tésis puede resumirse en las palabras que uno de sus seguidores, el psiquiatra español Manuel Angel Franco, dice para explicar lo que ocurre con los líderes políticos cuando son invadidos por la Hybris: «Cuando una persona más o menos normal, se mete en política y de repente alcanza el poder o un cargo importante. Internamente tiene un principio de duda sobre su capacidad, pero pronto surge la legión de incondicionales que le facilitan y reconocen su valía. Poco a poco se transforma y empieza a pensar que está ahí por mérito propio. Todo el mundo quiere saludarlo, hablar con él, recibe halagos de todo tipo. Esta es la primera fase. Pronto da un paso más y entra en la ideación megalomaníaca, cuyos síntomas son la infalibilidad y el creerse insustituible. Entonces comienzan a realizar planes estratégicos para veinte años, obras faraónicas, o a dar conferencias sobre temas que desconocen.

Tras un tiempo en el poder, el afectado por este mal, padece lo que psicológicamente se llama desarrollo paranoide. Todo el que se opone a él o a sus ideas, es un enemigo personal. Puede llegar incluso a la paranoia o trastorno delirante que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga una mínima crítica, y, progresivamente se va aislando de la sociedad. Llega un momento en que deja de escuchar, se vuelve imprudente, toma decisiones por su cuenta sin consultar, porque cree que sus ideas son correctas. Aunque finalmente se descubra que son erróneas, nunca reconocerá la equivocación»... Y dice el Dr. Franco que es difícil tratar este problema, porque quien lo padece no tiene conciencia de ello.

Pues, contemplando el mapa político español actual y los resultados electorales y la reacción de los distintos líderes de los partidos se puede pensar sin riesgo a equivocarse que la Hybris se ha apoderado de todos, empezando por el inquilino de la Moncloa (el triunfador máximo) y terminando por el derrotado Pablo Iglesias. Si Eurípides hubiese estado presente y ante un televisor la noche electoral seguro que habría repetido lo que ya dijo antes de Cristo: « Aquel a quien los dioses quieren destruir primero lo vuelven loco».

* Periodista y miembro de la Real Academia de Córdoba