Pocas entidades y organizaciones sociales y políticas como nuestros sindicatos están llamadas a analizar los bajos niveles de valoración que la sociedad española muestra hacia su trabajo y su función. Revertir esta injusta realidad requiere analizar, en sus congresos, qué es lo que está pasando en la política sindical y detectar lo que precisa urgente corrección, a fin de recuperar el prestigio de la causa sindical, por el bien de los trabajadores, pero también por la salud de la democracia de nuestro país.

Es desmoralizador reconocerse como blanco de injurias e intentos de desprestigio del compromiso y militancia en la defensa de los derechos de la clase trabajadora, y en muchas ocasiones desearían una defensa más contundente frente a estos ataques. Más allá de estas campañas, la grave crisis que padecemos incorpora una mayor dificultad para el sindicalismo y para la función de representar los intereses de los trabajadores y trabajadoras en las empresas y en los sectores. La crisis ha sustituido la percepción del sindicalismo, históricamente identificado con los avances sociales conquistados por la organización y la unión de la clase trabajadora, por la función, prioritaria pero incómoda, de conservar, cuando no impedir, la pérdida de derechos, la defensa del empleo y, consecuentemente, la ingrata misión de negociar ajustes de plantilla o reducciones de salario, un planteamiento no siempre comprendido por amplios colectivos de ciudadanos, sociales y políticos, con quienes CCOO y UGT comparten el discurso de denuncia ante la crisis.

Recuperar la autoestima de la militancia sindical es imprescindible para que el sindicalismo pueda cumplir su tarea. No solo con la cabeza bien alta, frente a los ataques antisindicales reaccionarios, sino también frente a amplios colectivos que exhiben injustamente una superioridad moral sobre afiliados y afiliadas de CCOO y UGT porque saben que tienen mejor prensa y mayor aprecio social . Urge explicar y extender el gran trabajo que en estas difíciles condiciones está realizando el sindicalismo en nuestro país. Trabajo duro y valiente, que queda diluido y callado por el ruido de la calle, porque, como dice el refrán, «hace más ruido una carreta vacía que una carreta llena». Las propuestas sindicales, las movilizaciones y los difíciles acuerdos pasan desapercibidos por algunos medios de comunicación que suelen ignorar el rigor y el acuerdo, porque atrae mucho más para la noticia «una calle llena que una empresa vacía». Preguntemos a expertos en relaciones laborales internacionales y nos explicarán los escasos países europeos en los que su sindicalismo respondería con la inteligencia y la madurez que están demostrando estas dos federaciones sindicales de CCOO y UGT.

Así podríamos llenar páginas y páginas de resultados del trabajo sindical. Ejemplos en grandes y pequeñas empresas, en regulaciones, suspensiones y cierres de empresas, de difíciles y complejos acuerdos, de movilizaciones con diferentes resultados, la inmensa mayoría son fruto del trabajo honrado y silencioso de miles de personas. Y hay que decirlo porque las dificultades sociales y económicas nos obligan, y reconocer que el trabajador y su familia es el principal capital que hay que salvar.

* Licenciado en Ciencias Religiosas