Con «uno a uno todos nos convertiremos en sombras» concluye su triste monólogo interior Gabriel Conroy, uno de los protagonistas de la sombría y poética cinta Dublineses, considerada una obra maestra con la que su director, John Huston, supera el relato de James Joyce Los muertos, en el que se basa. El filme, último rodado por el cineasta irlandés y de alguna manera su testamento, estremecerá esta tarde una vez más a los espectadores, en este caso a los que se sienten en las butacas de la Filmoteca, donde se proyectará como colofón al ciclo que allí se ha venido celebrando desde febrero organizado por la Fundación Castilla del Pino. Se trata de una original propuesta que, como es de suponer dado quienes la impulsan, gira en torno a la mente humana y sus demonios. Cine y psico(pato)logía -escrito así, con ese paréntesis que inserta lo enfermizo en la normalidad, como puede ocurrir en la vida de cualquiera-- es el título de un programa enriquecido con coloquio posterior, a la manera del antiguo cinefórum. Se han abordado aspectos, uno cada mes, como psiquiatría y justicia, que se ilustró con la película La naranja mecánica, de Stanley Kubrick, contando con el psiquiatra José María Valls y la exministra de Cultura Carmen Calvo como intervinientes. También se han tratado los celos, a través de la película El, de Luis Buñuel, presentada por el catedrático de cine de la UCO Pedro Poyato y con Pepa Sánchez León, psicóloga clínica de Los Morales, en el coloquio. El correspondiente a abril estuvo dirigido por el psiquiatra madrileño Mariano Hernández y el musicólogo y crítico José Luis Téllez y versó sobre la memoria, refrescada por El pasado año en Marienbad, de Alain Resnais.

Y hoy cerrará el ciclo, al que tanto el director de la Filmoteca, Pablo García Casado, como la presidenta de la Fundación, Celia Fernández, desean dar continuidad, la ya mencionada obra de Huston, para poner imágenes a otro de los sentimientos oscuros que anidan en el ser humano, la melancolía. María Zambrano la definió con una teoría de contrastes, «un tener no teniendo», y para otros es una enfermedad cultural que impregna todas las artes. Lo que no es, como pensaban los griegos, es una patología causada por la bilis negra, ni una depresión, sino un sentimiento casi literario que escapa a definiciones, según Santos Zunzunegui, que participará en el debate junto a la propia Celia Fernández, profesora de Teoría Literaria y coordinadora del ciclo. Zunzunegui, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad del País Vasco y uno de los semiólogos europeos más prestigiosos, es autor del libro Bajo el signo de la melancolía, en el que analiza la aflicción y el desencanto a través de películas que hablan del mal de amores, las ruinas morales y otros achaques del alma imperturbables ante el paso del tiempo y las civilizaciones.

Con esta nueva actividad la fundación que guarda la memoria del ilustre psiquiatra, de cuya muerte se han cumplido 9 años el pasado 15 de mayo, quiere ampliar a otros campos las iniciativas que desarrolla en el ámbito sanitario, tales como cursos de actualización en psicopatologías, los de verano en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, seminarios, congresos y becas. Así recuerda el legado de quien estudió a conciencia la depresión y la incomunicación acercándose a un público más amplio, antes de que todos nos convirtamos en sombras.