Uno puede mirar hacia el muro oriental de la Sinagoga e imaginarse en la hornacina allí existente, oculta tras una especie de velo, el arca, con los textos sagrados de la Ley y los Profetas, delante de la cual ardía permanentemente una lámpara. También puede volver la vista hacia atrás y evocar a su lector, desde el atril de la bimah ataviado con los tefilim --las dos cajitas atadas con cintas en el brazo y alrededor de la cabeza que contienen textos de la Torá-- quizá convencido de que lo hacía correctamente orientado. Hacia Israel en el caso de hallarse fuera del país, hacia Jerusalén estando dentro de sus fronteras y hacia el Templo de llevarla a cabo en la capital, según el Talmud. Pues no exactamente.

Como aparentemente sucede con la quibla de la Mezquita aljama respecto a La Meca, el muro donde se halla el Tabernáculo se desvía bastantes grados de la línea que lo uniría con la gran obra de Salomón. Son cosas que los modernos estudiosos explican de muchas maneras. Y lo más probable en ambos casos es que no primasen criterios estrictamente geográficos y debamos considerar la incidencia de otros. Si bien, al menos en lo que se refiere al recinto musulmán, era una diferencia sabida ya en los tiempos califales. Se consideró entonces la posibilidad de corregirla aprovechando una de las ampliaciones, pero, tras una serie de consultas, dejaron las cosas como estaban. Al fin y al cabo si orando a Dios en esa dirección le había ido bien al Califato para qué andar con cambios. La heterodoxia suele ser producto del pragmatismo. De hecho, puestos a hacer las cosas bien, la mezquita de Madinat Al Zahra apenas se desvía de la orientación geográfica preceptiva.

Primera curiosidad matemática de las que pudieron conocer hace unos días los asistentes al singular paseo --amplia es ya su tipología en Córdoba-- organizado por la Unidad de Cultura Científica de la UCO, de la mano del profesor de la Universidad de Granada Álvaro Martínez, y del director de la Casa de Sefarad, Sebastián de la Obra, por un recinto que, además de su belleza y de su historia, resulta ser muy cordobés compaginando culturas, ya que sus paredes albergan desde invocaciones cúficas a Alá, a fragmentos en hebreo de los Salmos y del Cantar de los Cantares pasando por los restos pintados de una cruz vestigio de su utilización como capilla antes de recuperar su primigenio carácter. Tan nuestro que no alberga grandes ejemplos de la proporción áurea, pero sí de la cordobesa que descubriera Rafael de la Hoz tras inscribir un octógono regular, como el del Mihrab de la Aljama, en una circunferencia y relacionar el lado del primero con el radio de la segunda. Es un número (1,306...) un poco más pequeño que el áureo (1,618... que se representa con la letra griega «phi», de Fidias) pero tan resultón como este. Aunque achaparre un pelín las cosas. Y es frecuente en muchos monumentos del mundo. No obstante si alguna vez se pregunta usted por qué determinadas composiciones artísticas le agradan instintivamente, sospeche que por algún sitio anda suelta una proporción áurea. No se sabe la causa de que a nuestro cerebro le sea tan particularmente grata.

Aunque la parte matemática más vistosa es sin duda la que encierra la decoración de las paredes. Más sencilla en los muros N. S. y O. que en el Oriental. Tal parece que a pared más sagrada Geometría más sofisticada. A base de simetrías, desplazamientos y giros es posible adentrarse en las bellas tracerías. Un matemático ruso, Fiodorov, determinó, a finales del XIX, mediante el concepto de grupo cristalográfico, que solo existen 17 posibilidades de teselar, de forma regular, una superficie plana. Pero cinco siglos antes los alarifes nazaríes ya habían utilizado todas ellas en la decoración de la Alhambra. Se puede encontrar el grupo Cm (simetrías sin giros) en los muros N. S. y O. y el P6m (con giros de 60 grados y simetrías, sin tener en cuenta los cruces de lacería) en el Oriental. Generarlos puede originar una entretenida clase de Geometría.

Como la Música encierra también mucha Matemática, el paseo fue un viernes al atardecer y Sebastián de la Obra suele ser maestro en compaginar la mise en scène con la erudición, el humor y lo sorpresivo, el director de la Casa de Sefarad entonó desde una imaginaria bimah el Shalom Aleijem (...) malajei hashalom malajei elion (la Paz esté con vosotros ángeles de Paz, ángeles del Altísimo... ) con el que se da la bienvenida al Shabat.

Según el Talmud, al salir de la Sinagoga, un ángel bueno y otro malo acompañarán a cada asistente a su casa. Si esta ha sido preparada adecuadamente para la celebración el primero deseará que la próxima vez sea igual (y el segundo está obligado a decir Amén). Si no es así, sucederá al revés. No está documentado, pero en el caso de la sinagoga cordobesa puede ser que los ángeles que acudan sean los de Ginés Liébana que estos días andan sueltos por Madrid. Yo no lo dudaría mucho.

* Periodista