La Real Academia de la Lengua está siempre atenta a lo que «oye» en la calle por si considera oportuno insertarlo en su diccionario. Me refiero a palabras, expresiones, matices, etc. Precisamente la expresión «sexo débil» va a ir acompañada con el siguiente matiz: «se utiliza con intención despectiva o discriminatoria». Creo que no todo lo que se «oye» fuera de la docta institución merece ser atendido. Por muchas recriminaciones que haya sufrido últimamente la Real Academia al «no impedir el machismo», la realidad está antes que la habitual posverdad. Lo dice el diccionario: «Bello sexo, sexo débil», referido a la mujer. Y refiriéndose al hombre, «sexo feo, sexo fuerte». Otra cosa es la ya antigua reivindicación del feminismo sobre la equiparación jurídica de ambos sexos, hoy día en vigor. El Derecho ya ha admitido las reivindicaciones de principio del siglo pasado cuando las condiciones socioeconómicas, más que las biológicas, colocaban a las mujeres en una situación de inferioridad y por lo tanto de abuso. Por desgracia la palabra machismo al igual que fascismo se utilizan muy a la ligera. Tendrían que ir matizadas con la de analfabetismo. Y siguiendo con temas lingüísticos, el Gobierno francés, como continuación del dictamen de la Academia de la Lengua, ha prohibido el uso en los textos oficiales del lenguaje inclusivo que margina el masculino neutro referido a los seres humanos, ya sean varones o hembras. La Academia Española condena esta moda, por motivos nada lingüísticos. Los políticos son quienes más la usan: «todos y todas», «andaluces y andaluzas», etc.

* Periodista