Con el titulo Servidores de la paz, monseñor Juan del Río, arzobispo castrense de España, ha escrito una amplia carta pastoral, dedicada a glosar la Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el día uno de enero, conectando sus palabras con el mensaje del Papa Francisco, que llevaba como lema «La buena política está al servicio de la paz». El arzobispo dedica cinco capítulos a presentarnos con todo detalle la silueta del militar en la sociedad actual; la milicia en la Sagrada Escritura; la santidad en los avatares de la historia; cómo ser santo y militar en el siglo XXI, y por último, artesanos de la paz entre las armas. «El tema que abordamos de cómo ser santos ejerciendo la profesión militar en el siglo XXI, señala Juan del Río, no es una cuestión forzada o tangencial, sino es certeza de que ‘los santos de la puerta de al lado’ son tambien aquellos de los que decía Benedicto XVI: Hay tantos hombres y mujeres de uniforme llenos de fe en Jesús, que aman la verdad, que quieren promover la paz y se empeñan como verdaderos discípulos de Cristo para servir a su propia nación favoreciendo la promoción de los fundamentales derechos humanos de los pueblos». La carta pastoral hace alusión al secularismo que nos acosa, «basado en muchas ocasiones en prejuicios anticlericales trasnochados y que infravalora la vida honrada y percibe una dicotomía entre la profesión militar y la vivencia religiosa». Habla de «la milicia en la Sagrada Escritura», tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, subrayando la relación de Jesús con los militares, para concluir que «la elevación del hombre al orden sobrenatural no suprime su naturaleza, cualidades, virtudes y defectos». El arzobispo castrense dedica un capitulo a decirnos «cómo ser santo y militar en el siglo XXI», repasando cada una de las bienaventuranzas, ya que la palabra «feliz» o «bienaventurado» es sinónimo de santo, porque expresa que la persona ha puesto a Dios en el centro de su corazón y es fuente de la verdadera dicha. «Nuestros militares, guardias civiles y policías son colectivos que se han de comportar en todo momento con lealtad y compañerismo, asumiendo solidariamente el cumplimiento de sus misiones y contribuyendo a la unidad de vida y acción (RR.OO., art. 10). A lo largo de los siglos ha habido multitud de ejemplos de ese «caminar juntos, compartiendo la vida» que ha permitido las más grandes y gloriosas hazañas. Esta fraternidad de fondo es algo intrínseco a la vocación militar y se muestra de un modo especial en la ayuda y protección civil, de modo especial, a los más débiles”. En un momento de graves incertidumbres, de gravísimos problemas, de encrucijadas que nos invitan a una responsabilidad personal y colectiva, el arzobispo castrense lanza esta Carta pastoral dedicada a los Servidores de la paz para encumbrar su misión, ensalzar su tarea e iluminar su sentido, que no es otro que el servicio a la paz y a la protección. Juan del Río termina con una hermosa frase que ha de tocar en lo más vivo la sensibilidad de las conciencias libres: «Podemos hablar con palabras espléndidas, pero si en nuestro corazón no hay paz, no la habrá en el mundo».

* Sacerdote y periodista