Septiembre, mes siempre alegre, frutero y fiestero, es el noveno del año en el calendario gregoriano, séptimo en el romano (de ahí su nombre). Con él cambia la estación, y poco a poco el calor deja paso al frío. Sus días se acortan para que la noche crezca, y durante su transcurso caen las primeras lluvias del otoño, tan buenas para viñas y siembras. En septiembre se vendimia, y la miel alcanza su punto óptimo para la recolección. A fin de mes el calor vuelve, y durante el verano de San Miguel faltará muy rara vez. Suben las temperaturas, pues, durante el «veranillo de los Arcángeles», días en que los frutos endulzan como la miel, sobre todo los higos; se dice igualmente que por San Miguel, primero la nuez, la castaña después y por San Antolín, el verano toca ya a su fin.

En realidad el ciclo festivo del otoño se presenta muy vinculado al estío, y durante el mismo tienen lugar algunas de las celebraciones que la adaptación del calendario fue desplazando y dejando fuera de lugar. El día 8, cuando la golondrina ya se va, se celebra la Natividad de Nuestra Señora, siendo en Alaejos (Valladolid) donde los bailarines de la Virgen de la Casita, al ritmo de la dulzaina, danzan ante la imagen durante la procesión; en Abiada (Cantabria) se da una bajada de las montañas con grandes cencerros y carros adornados; y en Alfara de Algimia (Valencia) celebran sus fiestas patronales con hogueras y el tradicional ‘toro embolao’. En Guadalupe (Cáceres) ese día hay una gran afluencia de peregrinos de las provincias limítrofes, lo mismo que en Covadonga (Asturias). Son numerosas las fiestas patronales, ferias y romerías que proliferan durante esa jornada por toda España, y entre estas últimas, la romería dos Alborotados, en Betanzos (La Coruña), en la que en otro tiempo se hacía una bendición de las tierras, que pedían los romeros para después dispersarla por sus campos sembrados; en A Cañiza (Pontevedra), aparte de la romería, tiene lugar una fiesta de Moros y Cristianos en el santuario de Nuestra Señora de Franquiera, siendo la Virgen paseada por el pueblo en un carro tirado con bueyes.

Mediado el mes, se celebra la exaltación de la Cruz, muy festejada en toda España; el día 16 le llega el turno a la festividad de San Cornelio y San Cipriano que, cuando llueve, quita mosto y no da grano: se festeja en Mazuelo de Muño (Burgos), donde es fiesta patronal y, con una romería, también en Coicillos (Cantabria). El día 21, cuando arrea la vendimia, es San Mateo Apóstol, una jornada en la que la otoñada verdadera ya debería haber dado comienzo con las primeras lluvias; dicho día, en Lanaza (Huesca) los danzantes hacen la renovación de las cintas y ofrendas antes de ejecutar las antiguas mudanzas y se renuevan los dichos al santo; en Cuenca hay toros de fuego, vaquillas enmaromadas y concurso de gachas. El día 23, festividad de San Lino y Santa Tecla, siempre se dijo que la niña al entrar en la iglesia debería cubrirse la cabeza, porque el santo así lo mandó cuando era Papa. En Tarragona tienen lugar fiestas en su honor, levantándose castellers o torres humanas frente a la catedral. La festividad de Nuestra Señora de la Merced, el día 24, se celebra profusamente en diversas comunidades de la península; y el día 26, en Brión (La Coruña), los devotos de toda Galicia acuden a solicitar favores a la mártir Santa Minia, cuyas reliquias fueron trasladadas hasta allí por un emigrante. Por San Vicente de Paúl, cuando llueve, toda el agua es simiente. También se celebra la festividad de los santos Cosme y Damián en Ocón y Arrendó (La Rioja), donde se da una curiosa disputa entre esta última comunidad con la de otros pueblos de la cercana Navarra que, todos los años, reclaman los santos e intentan llevárselos a sus respectivas localidades; también se celebra la festividad en Alberite de San Juan (Zaragoza), Balona (Pontevedra), Cabañas del Castillo (Cáceres), La Cordoñera y Covarrubia (Burgos) y en la Portellada (Teruel).

Por San Wenceslao, cuando el almendro está cogido y escaldao, el mes apunta a su fin. Por san Miguel Arcángel, y cuando los higos saben ya a miel, se celebran numerosas fiestas, por ejemplo en Cortes (Navarra), donde se ejecuta una antigua danza de paloteo que acompaña al santo durante la procesión; en Outes (La Coruña), donde tiene lugar la romería de San Campio, con rituales relacionados con la pubertad de las jóvenes y los compromisos matrimoniales: los romeros lavan su cara y manos en la fuente y sacuden sus testas contra una piedra, dan nueve vueltas al crucero del atrio y, a su vez, golpean aquellas contra el mismo; en Vélez- Málaga, por su parte, salen las pandas de verdiales. Y al finalizar el mes, mientras el narciso de cal alumbra el caserío, en Plasencia (Cáceres) se conmemora el milagro de la Lámpara de la que, en 1653, durante días llegó a manar aceite, según cuenta la tradición.H

* Catedrático