Sentencias como la del caso de La Manada me consternan porque, según nuestra Constitución, la justicia emana del pueblo; pero si la justicia resulta incomprensible para la ciudadanía, tiene un grave problema. Me da la sensación de que los jueces, queriendo agradar a todos, no han complacido a nadie. ¿Considerarían, estos mismos jueces, de uno en uno, violencia o intimidación si se hubiesen hallado en ese portal, rodeados por esos mismos cinco jóvenes de complexión fuerte, pidiéndoles sus carteras y relojes? ¿Habrían peleado a muerte para defender lo suyo o lo habrían entregado para no ver peligrar, además, su integridad física? Y, si así fuera, ¿significaría que consentían el robo o que lo disfrutaron? Una obviedad: cuando se dice no, las agresiones o coacciones siempre son violencia. ¡Basta ya! Yo si te creo.