S eñor Ruiseñor es la obra de teatro que he visto en Madrid, representada por la compañía Els Joglars fundada por Albert Boadella. Ya no la dirige pero su espíritu -sarcástico, irónico, satírico, desenfadado- sigue vivo. Vi hace tiempo La torna, tan políticamente incorrecta en plena transición. Más tarde asistí también a Teledeum, que provocó una gran polémica. Y tampoco me perdí Presidente Ubú, una acerada critica del catalanismo y del entonces intocable Pujol. Los políticos y la mayoría de los críticos no hicieron mucho caso a los vaticinios del «fantasioso Boadella», envueltos en aquel teatro tan deslumbrante y tan desvergonzado con el poder catalán. Ramón Fontseré, actual director de Els Juglars, ha criticado cáusticamente el independentismo valiéndose de Santiago Rusiñol. Este artista total, especialmente pintor y dramaturgo, nacido en Barcelona en 1861, vivió en París siete años. Allí comprendió que pintar payeses en su tierra catalana, más que arte era puro aldeanismo. Ya en España con su gran bagaje de verdadero arte pictórico y su experiencia cosmopolita, se trasladó a Aranjuez. Allí quedo prendido del colorido de sus jardines, los Jardines de España, como llamó a una colección de sus cuadros. Como autor teatral firmó ¡Libertad!, escrita en catalán y traducida al castellano por Jacinto Benavente. En Aranjuez, donde murió, le llamaban Señor Ruiseñor. De ahí el nombre de la obra en la que un jardinero se enamora de la pintura de Rusiñol; artista cosmopolita, hombre de mundo, con sentido común y sensatez; lo contrario a lo que impera hoy en Cataluña.

* Periodista