Que no, que me pongo así porque tengo que ponerme, coño, que ya está bien, que lo da uno todo y luego mira… peor que a un perro. Que no hay derecho, me la han jugado bien jugada y punto, está más claro que el agua. Y el recochineo de ponerme el noveno. El noveno, Eduardo, el puto noveno puesto de la lista… Para eso no me pongas. Me vienes de frente, me dices lo que hay, yo te suelto cuatro cositas y sanseacabó. Y me quito de en medio con dignidad. ¿Pero cómo quieres que me tranquilice, Eduardo? Tú sabes mejor que nadie que no querían ni verlo en la mayoría de los sitios y que el que le preparó el terreno en un montón de agrupaciones locales fue servidor. A ver cómo cojones consiguió ganar las primarias teniendo a tanta gente en contra. A ver a quién le venía llorando como un niñato cuando no había dios que quisiera significarse apoyándolo y poniéndose a malas con Elena. La gente que Paco esto y Paco lo otro y yo pegando cochazos para poner a Paco por las nubes. ¿Qué me lo reconoce? Una mierda. Más falso que Judas. No me seas diplomático, Eduardo. Yo lo que sé es que iba el segundo y ahora voy el noveno, que era su mano derecha y ahora no soy más que relleno. Y la gente llamándome ya señor diputado, me cago en mis muelas. Ahora, que calladito no me quedo. ¿Arrepentirme, Eduardo? ¿Arrepentirme? Para lo que me queda en el convento… Y lo que más me duele es que no me haya dicho ni mu el soplapollas, que no haya tenido el temple de sentarme y contarme su película al menos el mamarracho. No puedo calmarme, Eduardo. Eso no me vale. ¿Que cómo me he enterado? Pues enterándome, Eduardo, enterándome, porque al final todo se sabe por muy tapadito que se quiera tener. A mí me han asegurado que voy el noveno y que eso está decidido. Y que movida gorda hay, pero no he llegado hasta el fondo. Más cosas no sé y si te digo la verdad como que me la suda. Tenía que haber hecho lo que tú, salirme antes del jaleo renunciando a formar parte de la lista y ahorrarme el sofocón. Una cosa te digo, por mucho que me duela: ojalá se lleve un zasca en condiciones y se vuelva por donde vino a la universidad o a donde coño sea, que esto da muchas vueltas, tú lo sabes, Eduardo, y hoy eres el rey del mambo y mañana no te cogen el teléfono. Bueno, chavalote, perdóname el calentón pero es que cada vez me queda menos gente legal ¿Tomármelo con filosofía? Lo intentaré, ya hablamos, un beso a Eva y los peques.

Cuando acabó el enfebrecido monólogo de su interlocutor telefónico, Eduardo puso cara de circunstancias. El cabreo de su compañero de partido le había impedido avisarlo del manos libres y de que iba con Paco en el coche. Vamos, que no había podido ni comunicarle que finalmente era él quien había decidido dar un paso al frente y aceptar el segundo puesto de la lista por el bien del partido.

* Profesor