Cómo te lo explico a ti, que tienes 10 años. Básicamente, has tenido mala suerte. Has nacido en una familia pobre en uno de los países más desiguales de toda la UE. ¿Qué quiere decir eso? Que ni tú ni tus hijos ni los hijos de tus hijos, si todo sigue igual, dejaréis de ser pobres. No lo digo yo, lo cuenta un informe de la OCDE, que de esto saben. Ciento veinte años tardará un niño de una familia pobre en alcanzar la escala de ingresos de una familia media en las actuales condiciones de movilidad social. ¿Y por qué?, preguntas. Porque tus padres son víctimas de la precarización del empleo. Que, dicho de otro modo, tus padres o están en paro o se matan a trabajar por un sueldo de mierda que, además, pueden perder mañana mismo.

Pero, ¿por qué?, sigues preguntando. Resulta que vino una crisis. Un lío que montaron unos pocos que jugaban al Monopoly a lo grande y rompieron el tablero. Los políticos lo recompusieron y pasaron la factura a los que no tenían ni fichas. Es decir, a los trabajadores. Que perdieron sueldo, derechos y hasta el trabajo. ¿Y no se podría arreglar? Se podría. Lo cuenta Oxfam. Para empezar, si los ricos pagaran los impuestos necesarios. Y si se recuperaran los derechos del trabajador y se dieran ayudas a la vivienda y al cuidado de los hijos. Sí, de niños como tú. Pero, ¿sabes cuál es el problema? Que la partida de Monopoly continúa. Y juegan los mismos. Y no han dejado de ganar.

* Periodista