El 8 marzo de 2018 supuso un punto de inflexión en la lucha del movimiento feminista, en la reclamación de una visibilización que, hasta ese momento, no se había manifestado de manera tan unánime, clara y contundente. Mujeres de todos los rincones de España salieron a la calle para reivindicar que son la mitad del mundo, que si ellas se paran se paraliza no solo la vida doméstica, el cuidado de niños y mayores, sino también muchos de los principales sectores productivos de nuestro país. Ahora, cuando han transcurrido doce meses desde aquel momento histórico, tenemos que sentarnos a reflexionar sobre cuáles son los retos que aún nos quedan por afrontar y que marcarán el 2019. Es innegable que las normativas estatales y autonómicas en materia de Promoción de la Igualdad y Prevención de la Violencia de Género han supuesto avances fundamentales en cuanto a la puesta en marcha de acciones de sensibilización y concienciación, en la eliminación de cualquier forma de discriminación por razón de sexo, en materia de protección y atención a las víctimas y en cuanto a implementación de acciones positivas para reducir o eliminar las barreras que encuentran las mujeres por el simple hecho de serlo. Andalucía fue pionera en la puesta en marcha de normativas para que la perspectiva de género y la igualdad fueran principios transversales en la definición de todas sus políticas públicas y, en 2018, volvió a demostrar su compromiso con la Igualdad con la modificación de la Ley de Promoción de la Igualdad y la Ley de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género.

Estas recientes reformas legislativas han supuesto un importantísimo avance en coeducación --al fijar la obligación de que los Planes de Igualdad estén presentes en todos los centros y etapas educativas--, también se ha mejorado notablemente en el aspecto sancionador y se ha hecho partícipes a las entidades locales de la lucha contra la desigualdad con su implicación en la elaboración e implementación de sus propios planes de igualdad. Pero nuestro horizonte tiene que ir más allá, el Convenio de Estambul, al que España se suscribió en 2014, nos convierte a los estados firmantes en responsables directos ante cualquier violencia ejercida contra la mujer, entendiendo que es una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación. El Consejo de Europa muestra en este acuerdo tolerancia cero hacia la violencia contra la mujer y hace un llamamiento para que exista igualdad entre hombres y mujeres. En su contenido encontramos la guía para encaminar nuestras actuaciones y retos futuros, entre los que están, entre otros, la mejora de la formación y especialización del ámbito judicial, la incorporación de los hombres a las prácticas igualitarias, la reducción de los asesinatos machistas, la eliminación de la desigualdad salarial y la visualización de la contribución de las mujeres en todas las ramas del saber. En definitiva, se han dado muchos pasos en un camino que aún es largo y complicado, que sigue contando con obstáculos pendientes de superación pero del que no nos podemos apear; es más, no podemos consentir dar ni un solo paso atrás. Que no nos confundan las voces que buscan la confrontación entre mujeres y hombres, ésta no es la lucha de unos contra otros, todos somos piezas fundamentales en este lugar llamado mundo. Nuestro horizonte es el mismo, alcanzar la igualdad real, hacer efectivo un principio constitucional y jurídico universal, el de que hombres y mujeres tenemos las mismas opciones de acceder a los recursos, de participar en la vida social, política, económica y cultural, de recibir un trato igualitario independientemente de haber nacido hombres o mujeres. Para alcanzar la igualdad de género, para conseguir una sociedad verdaderamente igualitaria y justa necesitamos abordar el problema de la desigualdad desde un enfoque integral y transformador que nos incorpore a todos. El 8 de marzo es una fecha que nos engloba, en la que suma cualquier posición que abogue por conseguir esa sociedad equitativa de la que hablaba, es el momento de romper con enfrentamientos absurdos y maniqueos que solo consiguen desviar la atención hacia lo realmente importante: seguir avanzando y no dar jamás un paso atrás. Porque un mundo mejor sólo es posible con la eliminación de la brecha salarial, con jóvenes que respeten y valoren a la mujer, con niñas libres de ser forzadas por tradiciones culturales o religiosas, un mundo sin agresiones ni abusos, sin acoso sexual, un mundo sin machismo, un mundo en Igualdad.

* Presidente de la Diputación de Córdoba