A muchos nos gustaría creer que ese patriotismo y compromiso con la Constitución Española de la vieja guardia del PSOE estuviera vivo y justamente encarnado por los actuales líderes del partido. Entre otras cosas porque el socialismo español que anduvo en las catacumbas durante la dictadura franquista y que luego tuvo un papel crucial en el nacimiento, desarrollo y consolidación de nuestra democracia, jamás titubeó en el concepto de nación española, ni jugó a los chinos con la división de poderes, ni siquiera en campaña electoral. Sánchez, con la convocatoria de elecciones autonómicas en Cataluña para el 21-D, ya está en campaña electoral. En la foto de los partidos constitucionalistas frente a la crisis catalana, donde era crucial que nadie saliera movido, hay que reconocer que Sánchez no se ha movido, al menos aparentemente.

Pero como decimos, ya estamos en campaña y este Pedro I El Comedido, empieza a recordarnos a ese otro Pedro I El Contradictorio, con sus contradicciones y bandazos en aquellas quimeras de la «nación de naciones»; su baile apasionado en los brazos de los morados al estilo más draculiano de Bram Stoker; y por citar alguno más, que a fe mía que las hemerotecas están llenas, otra píldora: aquello del federalismo plurinacional y asimétrico, que aún andamos Usted y yo a ver si lo pillamos.

El caso es que Sánchez, aún con Puigdemont en tocata y fuga, no se le ocurre otra cosa que decir ni más ni menos que en el reciente congreso del PSOE de Aragón que «no hay soluciones penales a problemas políticos». ¡Toma ya! Cuando en un momento como el actual, donde los que quieren romper España se vienen devanando los sesos para que cale el mensaje de que los poderes político y judicial no son independientes, viene Pedro I El Locuaz y como en campaña electoral todo cabe, va y mete una frase que pueda interpretarse ya no en cable política y de precampaña, sino en clave infernal. A Sánchez se le vuele a ver el rabo, metafísicamente hablando, claro.

* Mediador y coach