La quinta reunión desde las elecciones legislativas entre el PSOE y Unidas Podemos (UP) acabó peor de cómo empezó. Ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias comparecieron después ante los medios, pero portavoces de ambas partes se lanzaron duros reproches mutuos bajo la amenaza de una nueva convocatoria a las urnas, que sería el 10 de noviembre. Porque los socialistas insisten en que la investidura de este mes será la única y no se volverá a repetir la intentona en septiembre, algo en lo que UP sí que confía. Las posturas siguen estando muy alejadas por la exigencia de UP de formar un Gobierno de coalición, a lo que el PSOE se niega. Esta discusión sobre carteras impide entrar en una negociación programática, transmite una imagen negativa a la ciudadanía y genera un ambiente de desconfianza en el que es muy difícil que prospere el diálogo. El PSOE acusa a UP de preocuparse solo por los cargos en el futuro Gobierno, mientras que los morados responden que Sánchez cree que puede gobernar como si tuviera mayoría absoluta. Es cierto que el PSOE necesita socios, pero también lo es que los resultados de UP no le dan mucha fuerza a su exigencia. Quedan dos semanas para la investidura. No hay otra posible mayoría de Gobierno dado el veto de Ciudadanos al PSOE. La perspectiva de ir de nuevo a unas inciertas elecciones, las cuartas en 4 años, debería contribuir a que el único pacto de gobierno posible se haga realidad.