En el Día de los Enamorados los saludamos y celebramos su presencia entre nosotros. Todos hemos pasado por el proceso de enamorarnos, proceso que, entre todos los seres vivos, nos pertenece exclusivamente. Al menos en toda su complejidad. Comienza con alguien que se fija en alguien, se siente atraído, interesado y finalmente decidido a ir a por él o ella. El proceso continúa y entran los cinco sentidos. Entran suavemente o de golpe como un huracán. Cuando entran, ya hay enamorados. Están alterados, encantados, distraídos, sensibles y alerta, concentrados el uno en el otro, y un poco fuera de sí. Por eso los admiramos. Son dignos de nuestro interés y vitales para nuestro futuro. El 14 de febrero es su día, justo en la mitad del segundo mes del año, cuando los pájaros comienzan su aparejamiento, y arranca la Cuaresma. Para los amantes es el día de San Valentín, jornada de mensajes de amor y regalitos. De San Valentín poco se sabe. Fue mártir. Murió en el siglo III y está enterrado en las afueras de Roma, en la Via Flaminia. Hubo una pequeña iglesia cerca dedicada a su memoria. Durante los siglos XI-XII la antigua Porta Flaminia se llamaba Porta de San Valentino. Ahora es la Porta del Popolo.

San Valentín llega todo los años. Es muy esperado. Los jóvenes y no tan jóvenes, los tímidos, confiados, torpes, seductores, graciosos, pícaros e ingenuos, es decir, todos los enamorados celebran su día. Nosotros también. «The world will always welcome lovers as time goes by» dice la canción en Casablanca. Felicidades.