El próximo 24 de octubre, Córdoba celebra la fiesta de su custodio, el arcángel San Rafael. Tras el Concilio Vaticano II, que reúne el día de los tres arcángeles, --Gabriel, Miguel y Rafael, en el 29 de septiembre--, la Iglesia cordobesa logrará que aquí se siga honrando litúrgicamente el 24 de octubre. Hace unos días, en un acto brillante y solemne, organizado por la Hermandad de San Rafael, Juan José Primo Jurado, historiador y escritor, exaltaba al Custodio de nuestra ciudad, poniendo a sus pies seis hermosas coronas: la corona bíblica, la de la historia, la del arte, la de la poesía, la del pueblo, la de su Hermandad. En el marco espléndido de la Basílica del Juramento, Primo Jurado fue tejiendo con la flor de su palabra cuidada y esculpida en un lenguaje sencillo y, a la par, directo al corazón de los asistentes al acto, el aroma espiritual de la silueta de San Rafael: la Biblia nos lo presenta como «Medicina de Dios», con su aparición en el libro de Tobías, en su condición de peregrino, de acompañante de peregrinos; la historia lo conecta con su aparición al padre de las Roelas, el 7 de mayo de 1578, certificando la autenticidad de las reliquias de los mártires y declarando solemnemente: «Yo te juro por Dios vivo que soy Rafael Arcángel, a quien Dios tiene puesto como Custodio de esta ciudad»; el Arte se explaya en imágenes, en grandiosos triunfos y en monumentos que llenan calles, plazas y puentes cordobeses; la Poesía corona a San Rafael con bellos versos de numerosos poetas, entre ellos, Enrique Redel, Julio Aumente, José de Miguel, Julio Valdelomar; el pueblo cordobés escoge su nombre para prodigarlo en tantos cordobeses y cordobesas, que llevarán con orgullo al «primer ciudadano de Córdoba»; y, por último, la Hermandad del Arcángel San Rafael, fundada en siglo XVIII, que cuida y fomenta el culto en la basílica del Juramento. Las reglas de la Hermandad se aprobaron en el año 1655, por el obispo, monseñor Antonio Valdés, hasta que los avatares históricos harán que en el año 1766 se aprobaran nuevas reglas, siendo obispo de Córdoba, monseñor Francisco Solís. En su Exaltación del Arcángel, Primo Jurado, tras explicar con detalle las seis coronas que colocaba a sus pies, quiso finalizar sus palabras con un compromiso y una plegaria: el compromiso de que todos asumamos ser «custodios de Córdoba». Y son «custodios de Córdoba aquellos cordobeses que se preocupan por su ciudad, que no vuelven la vista ante las injusticias que sufre o los golpes que recibe, desde dentro o desde fuera. Son custodios aquellos cordobeses que, en el campo de sus posibilidades y valores personales y cívicos, hacen lo que pueden y lo que deben con la laboriosidad en sus profesiones y hogares, con su cotidiana conducta respetuosa de las leyes».

Y la plegaria encendida al Arcángel: «Velas el sueño de tu amada cada noche, eterno enamorado; acaricia con tus manos de ángel su magia, su historia, su duende, su sangre...». Una brillante Exaltación a cargo de Juan José Primo, como pórtico deslumbrante de la fiesta de San Rafael.

* Sacerdote y periodista