Los pasados días 4 y 5 de enero nos visitaron las reliquias de S. Juan de Ávilas, el llamado patrono de los sacerdotes seculares españoles, en la parroquia de San Nicolás, en conmemoración de su año jubilar, coincidiendo con el 450 aniversario de su muerte. Canonizado en 1970 por Pablo VI, y que Benedicto XVI proclamó el 7 de octubre de 2012 como nuevo Doctor de la Iglesia. Es por lo que conviene que conozcamos un poco a este Santo universal, hijo adoptivo de Córdoba, que realizó su labor de escritor, teólogo y predicador en Andalucía. De su biografía se puede decir: San Juan de Ávila nació el 6 de enero de 1499 (o 1500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). En 1513 estudió leyes en Salamanca, y teología en Alcalá de Henares (1520-1526). Allí estuvo en contacto con las grandes corrientes de reforma del momento. Conoció el erasmismo y sus doctrinas filo luteranas, y profundizó en el conocimiento de las Sagradas Escrituras. Juan fue ordenado sacerdote en 1526. La ceremonia estuvo adornada por la presencia de doce pobres que comieron luego a su mesa, después vendió todos los bienes que le habían dejado sus padres, los repartió a los pobres, y se dedicó a evangelizar, empezando por su mismo pueblo y se extendía también a Jerez de la Frontera, Palma del Río, Alcalá de Guadaira y Utrera.

Desde 1531 hasta 1533 Juan de Ávila estuvo procesado por la Inquisición. Las acusaciones falsas eran graves en aquellos tiempos: llamaba mártires a los quemados por herejes, cerraba el cielo a los ricos, no explicaba correctamente el misterio de la Eucaristía, tergiversaba el sentido de la Escritura, era mejor dar limosna que fundar capellanías... Por ello Juan fue a la cárcel de Sevilla, donde pasó un año entero.

Una vez aclaradas las acusaciones, en 1535 marcha a la diócesis de Córdoba. Organiza predicaciones por los pueblos (sobre todo por la Sierra de Córdoba). Prestó mucha atención al clero, creando centros de estudios, como el Colegio de San Pelagio (en la actualidad Seminario Diocesano), siendo la fundación más célebre la Universidad de Baeza (Jaén). Desde 1511 Juan de Ávila se sintió enfermo al sentir fuertes molestias que le obligaron a residir definitivamente en Montilla desde 1554 hasta su muerte el 10 de mayo de 1569, siendo enterrado en la Iglesia de la Encarnación; la renuncia a prebendas y obispados, son índice de su pobreza y humildad. Toda su obra mira hacia la caridad cristiana, la educación humana integral, y la preocupación por los problemas sociales, El estilo oratorio y literario de Juan de Ávila es el del Renacimiento: un lenguaje claro, concreto y cercano, escribir como se habla, y escogiendo las palabras más exactas. Pienso que los cordobeses hemos de enorgullecernos y conocerlo más, y sobre todo aprender de su vida, siempre actual, y más allá de las reliquias, la huella de su mensaje.

* Licenciado en Ciencias Religiosas