ERC salió noqueada del 21-D y se nota que le cuesta recuperar el fuelle. No se comprende cómo un viejo partido de izquierda como ERC no se libera del dictado de un grupo de políticos de nueva hornada de la derecha catalana que, en torno a las siglas de JxCat, está jugando la estrategia que desde su voluntario exilio en Waterloo marca Puigdemont.

El empuje que otrora mostraban los dirigentes de ERC Rufián o Tardá se han esfumado ante el descaro de los de JxCat, y no saben cómo escapar de la trampa que les han tendido con la amenaza de presentarlos como traidores ante el sector independentista de la sociedad catalana. Parece como si ERC aún fuera presa de la lógica identitaria del procés, no atreviéndose a liberarse de ella y seguir una lógica ideológica que le lleve a buscar alianzas en otras áreas de la política catalana.

Y lo paradójico es que la llave para salir de la parálisis política en que está hoy Cataluña la tiene ERC, pero no se atreve a utilizarla, descabezado como está tras el encarcelamiento de su máximo líder Oriol Junquera. Por eso, ERC necesita una salida que le haga recuperar la iniciativa política y le permita asumir el liderazgo, neutralizando la estrategia de Puigdemont y el JxCat, y aceptando la realidad de que el procés está acabado y que la independencia unilateral no es posible.

Pero los dirigentes ERC no pueden hacer eso por sí solos, sino que necesitan la ayuda de otras fuerzas políticas. Y ahí es donde se abre una ventana de oportunidad a los partidos Cs, PSC y CeC-Pdm (Cataluña en Común-Podemos) para ayudar a que los dirigentes de ERC recuperen la iniciativa perdida y se liberen de su dependencia respecto de la estrategia de JxCat. Esa ayuda pasaría por posibilitar que, a cambio de que ERC renuncie a la declaración unilateral de independencia, que no a sus aspiraciones soberanistas, uno de sus dirigentes sea investido presidente de la Generalitat, ya que los cuatro partidos sumarían la mayoría necesaria.

Es verdad que Inés Arrimadas es quien ganó las elecciones en votos, pero sabe Cs que no podrá ser presidenta de la Generalitat. Solo tiene dos opciones. Una es no hacer nada, y que la inutilidad de sus votos solo sirva o para que se repitan las elecciones o para investir al candidato de una JxCat empeñada en seguir adelante con el procés. La otra opción es utilizar sus escaños para, sin necesidad de implicarse en la formación del gobierno, el Cs ayude a investir a un candidato de ERC que recupere la legalidad en las instituciones catalanas y abra una etapa de normalización de la vida política en Cataluña. Lo mismo cabe decir del PSC y de CeC-Pdm. Dada la mayor sintonía de ERC con estos dos partidos, podría formarse un gobierno transversal (una repetición del tripartito, pero esta vez bajo la presidencia de ERC). Esa es la única opción que veo factible para salir de la actual situación de impasse.

Es la hora de la renuncia y la generosidad, como la hubo en el País Vasco cuando el PP propició la investidura de Patxi López como lendakari en 2008 para abrir una etapa nueva en Euskadi. Es necesario que haya renuncias por todas las partes, y algunas especialmente dolorosas (como la que tendría que hacer Cs, el partido ganador de las elecciones del 21-D).

ERC se encuentra ante el dilema de inmolarse en aras del proyecto catalanista unitario que persiguen los dirigentes de JxCat y que acabaría absorbiéndolo, o de romper con ese proyecto neopopulista recuperando el papel que ERC ha desempeñado históricamente en el espacio político de la izquierda en Cataluña.

* Instituto de Estudios Sociales Avanzados IESA.CSIC