Acorde con los sones apocalípticos de la campaña electoral, Roma y sus ruinas vuelven a ser noticia. Modesta noticia local: la rehabilitación del Templo Romano de Capitulares se paraliza y, aunque tenía que haber finalizado el pasado mes de febrero, descubrimos que la empresa adjudicataria, que dice estar perdiendo dinero, no ha llegado al 20% de ejecución. La culpa la tiene la Ley de Contratos, dice el teniente de alcalde de Urbanismo, Pedro García, y admite que la firma Arquepec cogió la obra con una baja muy grande y está perdiendo dinero. Vaya. Otra vez. De nuevo las licitaciones a la baja. De nuevo una obra paralizada por la propia empresa que debe ejecutarla. De nuevo retrasos en el cumplimiento del Plan de Grandes Ciudades, que es una inyección de fondos para dotaciones turísticas que los gobiernos locales --no solo este, también otros anteriores-- parecen incapaces de terminar a tiempo. Dicen las empresas que se ven obligadas a licitar a la baja por las normativas de los concursos, pero a estas alturas ya deberían haberse percatado de que para ese viaje no hacen falta alforjas: la crisis ha reducido mucho esa costumbre cercana a la extorsión que consistía en pedir más presupuesto a mitad de las obras publicas.

El imperio romano de Occidente se vino abajo y nos dejó en Córdoba ese templo, del que deben quedar cuatro piedrecitas originales, pues parece que casi todo está reconstruido, y, por la razón que sea, la noticia se produce al día siguiente del segundo debate de los líderes llamados a gobernar España, un debate que de decisivo tendrá lo que ustedes quieran, pero que también ha dejado la sensación de una construcción que se ha quedado a medias. Un entablado de broncas y cifras que entrechocaban, en el que la palabra «mentira» se repetía continuamente porque los españoles no tenemos derecho a la honesta y desnuda verdad, mientras Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias intentaban revestirse de esperanza en el futuro. Pero, como el Templo Romano, se les quedó la obra por debajo del 20%, se ve que necesitan más presupuesto, un poquito más de cemento para darle cohesión a su mensaje. La sombra imperial de la decadencia sobrevolaba el plató y las posiciones inamovibles de los bloques traen malos augurios para el día después.