Hoy, el Rocío, la romería mariana más multitudinaria del Sur de España. En palabras del sacerdote cordobés Tomás Pajuelo, capellán de camino de la Hermandad del Rocío de Córdoba, desde el año 1999, «el Rocío es un momento fuerte de encuentro con el Señor por medio de la devoción a la Virgen María. Son días de fe, de devoción, de sacramentos, de encuentros. Y para mí, en concreto, el Rocío es amor a María, ejercicio profundo del sacerdocio, encuentro festivo con los seglares, viviendo mi ministerio en sintonía con los laicos, llamada exigente a la evangelización, vida profunda y fraterna de Iglesia, baño de realismo e inmersión en la realidad de fe de nuestro mundo». Las palabras del capellán cordobés centran admirablemente la esencia de esta romería mariana. En la Edad Media, los peregrinos que iban a Roma se denominaban a sí mismos «romeos», «romeros». Romería es una palabra humilde con un significado espléndido. La imagen de una romería por caminos polvorientos es una estupenda metáfora de la vida y tiene una connotación alegre, porque implica la presencia de los demás. Sin embargo, qué dura es a veces nuestra romería, el caminar por la vida, por los senderos de la historia. ¡Cuántas desgracias, guerras, muertes, desolaciones, tinieblas, soledades! Ante el problema del mal, la oferta del bien en testimonios clarividentes. El cristiano, el cofrade, en razón de su bautismo, no es un simple número más en la lista de quienes componen la Iglesia católica, sino que estar bautizado implica un comportamiento leal y consecuente con la fe que se ha recibido y del Evangelio como forma de vida. La Iglesia quiere responder, tambien con las hermandades y cofradías, a esa situación, en la que detrás del valor simplemente cultural hay un misterio irrepetiblemente nuevo: el de la presencia y la acción del Espíritu de Dios. El apostolado seglar, el compromiso con la evangelización del mundo, no es una actividad para privilegiados ni un adorno para elegidos, sino obligación de responsabilidad individual y comunitaria de todos los que han sido llamados a trabajar en la viña del Señor. El testimonio de la propia vida cristiana es el primero y más eficaz de los apostolados. Un testimonio activo que es consecuencia de mirar el mundo con los criterios de Cristo. Si la religiosidad popular es un encuentro con Jesucristo, solamente en el evangelio puede tener su auténtica fuente de inspiración. Y las hermandades son un camino, una ayuda para vivir mejor en cristiano. Por eso, en el Rocío, es tan importante el camino como símbolo de búsquedas y de encuentros. Los romeros se dirigen a una meta, el santuario, la imagen de María, modelo del auténtico cristianismo, y lo hacen con el lenguaje de los verdaderos encuentros: alegría, cantos, confraternización, rezos, plegarias emocionadas y emocionantes, recuerdos, vivencias familiares. La romería del Rocío es una fiesta religiosa que se alza en Andalucía como columna de fe, de esperanza y de amor. Sus manifestaciones exteriores son sinceras, inmediatas, contagiosas, emotivas. En la alta madrugada almonteña, la imagen de la Virgen, en el salto de la reja, se adentrará en un mar de ilusiones y emociones, mientras se sueñan metas que nos hagan felices.

* Sacerdote y periodista