Esas risas del final, cuando Juanma Moreno, no sabemos si creyendo que quedaban todavía turnos de palabra u olvidando que por primera vez cerraba el debate, se dirigió a Susana Díaz diciendo algo así como «ahora usted me dirá tal y cual...», fueron, vistas desde la televisión, casi benéficas. La presidenta del Parlamento recordó a Moreno Bonilla que le correspondía la última intervención y las filas socialistas se partieron de risa. El que en apenas media hora iba a ser nuevo presidente de Andalucía se puso pelín colorado, se trabucó un poquito, le dio también risa y al final vino a decir que eran las carcajadas nerviosas del cambio de ciclo. Probablemente, pero qué bien sentaron para desencajar las caras y suavizar el final, en el que el todavía candidato del PP tuvo tiempo de asetear a una Susana Díaz que también había estado dura y contundente, para decirle que, en esta contienda, la humildad ha resultado vencedora sobre la soberbia. Vamos, ni que fuera un versículo evangélico, aunque resultó eficaz y el cordobés José Antonio Nieto lo aireó en Twitter. Luego, Moreno propuso diálogo a Susana Díaz, así, tan natural, después se celebró la votación, lo proclamaron y a comenzar entre felicitaciones la etapa histórica, que el tiempo apremia. Caras había de todos los colores. Maíllo de funeral, Marín más serio que un paquete, los del PP eufóricos, los de Vox pues no sabría qué decirles y el nuevo capitán del barco diciendo, delante de Teodoro García Egea, que el que manda en el PP de Andalucía es él.