Felipe González mandaba recientemente a los políticos patrios, sobre todo a los que tienen posibilidad de ayudar a formar gobierno o apoyar la investidura de Pedro Sánchez, al rincón de pensar. La tarea que González les pone a estos políticos es la pensar en España y no en ellos o en su propio partido. Los que vivimos la Transición y conocimos más o menos jóvenes aquellas primeras legislaturas de nuestra democracia entendemos perfectamente al expresidente Felipe González. Pensar en España era lo que se hacía más o menos acertadamente por tirios y troyanos en aquellas etapas donde se estaba consolidando el estado español y todos tenían claro que un futuro de progreso pasaba por eso, por mirar, pensar y tener en cuenta una idea de España de una pieza, aunque con la riqueza y variedad de sus distintas autonomías. Pero ahora la cuestión que plantea González, esto es, el pensar en España, no es el mayor problema. Hay otra cuestión no menos transcendente que es dónde está el rincón de pensar. Las políticas autonómicas en algunos casos han creado rincones donde pensar en España es prácticamente imposible para los que están en ellos pues el hecho en sí de invocar el concepto de España, a priori, es una afrenta mayor que para González y otros muchos patriotas en no pensar en ella. En algún punto de la democracia nos perdimos en cuanto a conceder ciertos privilegios que iban totalmente en contra de lo que González llama pensar en España. Al desamortizar la idea de España, ya no se habla tanto de ella y sí de estrategias de partido para gobernar esos rincones de pensar en los que estamos convirtiendo España pero donde muy pocas veces se piensa en ella, entre otras cosas porque parece ser que España nos es la prioridad, sino la partitocracia. Ante la imposibilidad de configurar un gobierno asistimos perplejos a hecho de que, además, ya ni existen los rincones para pensar en España.

* Mediador y coach