Creíamos que iba a durar siempre, como todas las cosas buenas de la vida. Pero como todas las cosas buenas de la vida, al final se acaba. El sonido metálico del cierre de la revista Mercurio ha sido rotundo y ha hecho daño en los tímpanos de todos los que amamos el fomento de la lectura, la lectura misma y en general la cultura. Porque en los últimos veinte años, a través de todas sus etapas y sus directores, Mercurio ha sido un vehículo eficaz y estiloso de difusión de la lectura, de la literatura en todos sus géneros y registros, arte, librerías, autores, mundos que se abrían al abrir la revista. Destacándose, como he dicho más arriba, todas las etapas y todos sus directores, creo que es de justicia hacer especial énfasis en su edad más reciente, que lamentablemente, si alguien no lo remedia, va a acabar siendo la última: me refiero a la revista Mercurio que ha sido y aún es, aunque por poco tiempo, bajo la dirección brillante y eficaz del escritor y periodista Guillermo Busutil y con la elegante y abarcadora presencia de Ana Gavín como directora de la Fundación José Manuel Lara. Así, siendo una revista perteneciente a la Fundación José Manuel Lara del Grupo Planeta, Mercurio se ha caracterizado por su mirada amplia hacia las publicaciones de las más variadas editoriales, en un verdadero y libre fomento de la lectura. Lo ha logrado con un inteligente equilibrio entre el rigor de sus famosos monográficos y una forma de entender la crítica que, sin renunciar al análisis de los libros, contagia una mirada entusiasta y múltiple hacia lo que los libros nos ofrecen. Mercurio no solo está hecha para los que estamos metidos hasta el tuétano en la literatura y sus meandros dolientes y festivos, sino especialmente para cualquiera que quiera entrar ahí, porque mucho ha tenido y tiene esta revista de amable puerta abierta a la gran literatura.

Solo un repaso a vuelapluma de algunos de los especiales de Mercurio desde 2007: García Márquez, Antonio Gala, Caballero Bonald, Vargas Llosa, Miguel Delibes, Ana María Matute, Larra, Antonio Muñoz Molina, Pere Gimferrer, Ernesto Sábato, Francisco Umbral, Eduardo Mendoza, Albert Camus, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Ramón Jiménez, Elena Poniatowska, el grupo Cántico, Cervantes, Juan Rulfo, Galdós, Lorca... O el reciente número de marzo, con un espectacular monográfico sobre el gran Walt Whitman: les recomiendo que corran a su librería para hacerse con él, porque es el penúltimo antes del cierre. Aquí se habla de poesía, de novela, de novela juvenil, se hacen reportajes sobre las librerías y se entrevista a autores. Y hablamos de una revista distribuida gratuitamente en las librerías de toda España. Si esto no es promover la lectura, que vengan los fantasmas de muchos de esos escritores a explicarlo. Y lo escribo en las páginas de Diario CÓRDOBA, que mantiene contra viento y marea su emblemático suplemento Cuadernos del Sur, Premio Nacional al Fomento de la Lectura hace diez años: el mismo premio que debería recaer este 2019, con justicia póstuma, en Mercurio. No oculto que he tenido el honor de escribir en Mercurio en todas sus etapas y que todos mis libros han encontrado eco en sus páginas estos veinte años. He crecido como escritor, o me he ido haciendo --ya en el ruedo-- mientras la revista crecía; pero también hemos vivido juntos los estragos de una crisis económica que se mantiene a sangre y fuego en la cultura y que nos ha obligado a reinventarnos y a luchar más por aquello en lo que creemos, que también tiene que ver con el arte entendido como dignidad de vivir.

Esta última etapa de Mercurio y de la Fundación José Manuel Lara, desde 2007, ha sido gloriosa: cuando desde todos los ámbitos se tendía hacia el precariado del trabajo y de las ilusiones por la crisis, Mercurio ha hecho crecer su sello de calidad. Cada vez que he ido a un instituto a dar una charla he encontrado la revista Mercurio y los profesores me han hablado maravillas de ella. Tenía que ser así, porque uno de los sueños de José Manuel Lara Hernández, aquel gigante de la edición nacido en Sevilla que levantó Planeta en Barcelona, era vincular el grupo con su tierra natal. Se ha logrado con creces, pero esta nueva etapa de la Fundación comienza con el cierre de Mercurio. Quiero dar las gracias a quienes la han hecho posible y esbozar un penúltimo canto de esperanza. Aún hay tiempo para rectificar, y no tirar por tierra alegremente todo el buen trabajo de estos años de fomento de la lectura en toda España. Ojalá sea así.

* Escritor