Los elementos económicos, políticos, ideológicos, culturales y religiosos continúan siendo las principales causas de la guerra que presenciamos en la actualidad.

Las teorías económicas son la explicación más popular del porqué la humanidad siempre está en guerra. Por más diferentes que sean, sus autores --desde Platón hasta los politólogos contemporáneos-- coinciden en que una guerra, en primer lugar, es un intento de apoderarse de los mercados y recursos naturales de otros países. Algunos de los ejemplos más cercanos son Irak, Afganistán (un país extremadamente rico en cobre, oro, hierro, uranio y torio), El Instituto Internacional de la Paz de Estocolmo, en su informe del año 2015 situaba el gasto mundial en armamento en más de 2 billones de euros. Encabezaba el ránking EEUU con 190.000 millones de euros, siguiéndole China con 533.000. Rusia, Reino Unido, Japón... En España el gasto en su programa de defensa para 2016 es 5.788 millones, aunque en realidad supera todos los años en más de 1.600 millones lo presupuestado.

Y todo este gasto ¿para qué? «Si intereses espurios, bastardos no existiesen muchas guerras no se iniciarían». El control, el expolio por parte de los poderosos para esquilmar sus riquezas naturales y someter a los países en vías de desarrollo bajo su control es una causa, Irak, Afganistán, Mali, etc.; otras son de por la situación geopolítica que ocupan en determinadas zonas, caso Yemen, Ucrania o Yugoslavia en Europa.

Mientras existe este despilfarro en armamento, hay casi 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Y no tener qué comer significa algo más que un estomago vacío, significa pobreza y un futuro con las ventanas más pequeñas que el resto, lastrando a generaciones enteras., Pero ese despilfarro sirve también para engrasar la maquinaria de la muerte y el asesinato donde interese. «Las guerras no es necesario pararlas, bastaría con no iniciarlas» (Carmen Lopez Roman).

Acostumbrados ya a visualizar imágenes de refugiados masacrados, de niños desnutridos, imágenes de muerte y de hambre. Acostumbrados a que esas imágenes son fuera de nuestras fronteras, cuando no nos damos cuenta que la fronteras las ponen, las imponen, las quitan, los mismos que dominan los intereses económicos de un mundo global, que en unos países quitan derechos, recortan prestaciones, hacen inviable la vida digna de millones de personas mayores; imposibilitan el desarrollo de la gente joven y tiene malnutridos a millones de niños, en otros países como decía es la muerte, la hambruna, son los asesinatos con los más sofisticados medios armamentísticos ante pueblos y países desarmados lo que se convierte en una imagen soportada y soportable.

Nuestra retina admite todo, es más, en muchas ocasiones cerramos los ojos y también la mente para que no se nos queden grabadas las imágenes. En definitiva, para tener la conciencia tranquila. Sin darnos cuenta de que mañana nos puede tocar.

* Federación de Pensionistas de CCOO Córdoba