Recojo las migajas al acabar cada comida. Son pizquitos de pan, pero también de azúcar, madalenas, galletas, almendras, avellanas. Los voy juntando en una cajita para los gorriones de mi terraza. No sé si los pájaros de mi cielo padecerán de glucemia, tensión alta, artrosis, obesidad. No creo; ellos son limpios de corazón.

En estos días de abril, azules, frescos, dulces, entre aguacero y aguacero, se enamoran para anidar. Revolotean, se persiguen, se arrullan. El macho sube a lo más alto y cita envuelto en la brisa. ¡Se le ve tan lleno de esperanza! Cuando llega la hembra, la ronda, ahueca las alas, esponja las plumas, le trina, la envuelve en ternura. Ella, pizpireta, comedida, lo mira y se deja amar. También son invitados jilgueros, herrerillos, carboneros… Al amanecer cantaron la alondra, la codorniz y la totovía.

Junto a la cajita de las migajas, otra cajita en la que les desmenuzo una cuerda de cáñamo. Los pájaros se llevan las hilachas para mullir el fondo de sus nidos, donde depositarán los huevecillos grises, manchados, blancos; así la hembra sentirá la tibieza y las crías no se rozarán sus culillos desplumados. Pasa por el cielo una pareja de palomas. Surcan el azul. Un mirlo asoma por un tejado. Afina su bella flauta de marfil. Nunca repite las mismas notas. Son dulces, puras, interminables. Jamás ningún músico las igualará en su caricia.

Las golondrinas van y vienen. Una reposa, estilizada, en lo alto de mi antena; se envuelve en la brisa, mira a la lejanía y triza con un verso interminable. Creo que se ríe de mí. Tiene el pecho blanco, la garganta roja, las plumas negras, finas, delicadas. Me pregunta: «¿Qué te pasa esta primavera, hombre? Te observo gemebundo, meditabundo, vagabundo, tremebundo, furibundo, errabundo, iracundo. ¿Te estás volviendo verecundo, infecundo, nauseabundo? ¿No te apuntas a la primavera? He recorrido medio mundo. ¿Ya no estás enamorado? La vida resucita». La miro adormecido. ¿Qué puedo contestarle? Ella vuelve a trisar, reír, volar. Pasa sobre mí.

Este año somos pájaros sin alas, enjaulados, pero volveremos a volar. Recojo mis palabras como migas, y os las doy. Pasarán los gobiernos, sus días, sus épocas, sus mundos, sus trampas y mentiras, pero nosotros, las Españas de todas las Españas, permaneceremos.

* Escritor