Las lluvias que con inesperada constancia se suceden en Córdoba y Andalucía desde finales de febrero están suponiendo para nuestra provincia un respiro en la angustiosa sequía, pero no son, de ninguna manera, una razón para bajar la guardia. A falta de conocer la intensidad y efectos del temporal de viento y lluvia que ha llegado este fin de semana, lo cierto es que Córdoba no está sintiendo mucho la parte negativa en cuanto a daños y destrozos --muy distinto es el litoral andaluz, gravemente perjudicado-- y se está beneficiando de un agua constante que empapa las tierras y va reponiendo los pantanos. Va a seguir lloviendo, al menos, durante una semana, según las previsiones, y eso permitirá equilibrar las reservas, ya abundantes para el consumo humano, pero todavía escasas en lo que se refiere a la regulación general de la Cuenca del Guadalquivir.

El agua embalsada se ha ido reduciendo desde el año 2014, en el que hubo incluso que desembalsar en alguna ocasión, ya que se llegó al 93,7% de la capacidad media. Desde entonces, año tras año la situación ha empeorado, del 86,3% del 2015 al 62,9% y 53,5%, respectivamente, de los ejercicios del 2016 y 2017. Este 2018 se ha llegado a la situación angustiosa que referíamos, con la cuenca al 29,3% de su capacidad. La amenaza para los regadíos estaba clara, y ya se acercaba a poner en peligro las reservas para consumo humano, además de la calidad, debido al fango del fondo de los pantanos. En otro plano, cultivos como el olivar se han visto gravemente perjudicados, ya que la mayor parte en nuestra provincia es de secano, y los árboles han sufrido un estrés hídrico tremendo, acentuado en los largos meses de verano y otoño sin precipitaciones. Ahora se anuncia una primavera exuberante excelente para los cultivos, pero en la que habrá que actuar en el monte para prevenir los incendios del verano.

En estos momentos el agua almacenada en los pantanos supera el 40% de su capacidad, once puntos porcentuales más que hace dos semanas, pero la cifra es todavía muy baja. Por eso, dentro de la alegría que produce el que se esté salvando ese desastre que amenazaba a la provincia, nada aconseja echar las campanas al vuelo. Los periodos anteriores dejan clara la obligación de prevenir al máximo y de cuidar esas reservas que luego hay que dosificar. Córdoba es de las provincias que menos regadíos tiene en su agricultura, y una de sus principales reivindicaciones es aumentar la superficie. Una reclamación fundada, pero que solo podrá atenderse si mejora la situación y si se implantan sistemas con tecnologías que permitan el máximo ahorro.

En cuanto a las perspectivas en otros ámbitos, como el turístico, es posible que sigan las precipitaciones en Semana Santa, aunque es muy pronto para tener previsiones seguras. El deseo de todos es que el tiempo dé un respiro, pero la dura experiencia vivida con la sequía deja claras las prioridades.