Los sanitarios de primera línea en la lucha contra la enfermedad causada por el coronavirus han recibido ya el reconocimiento ciudadano con los aplausos sentidos en las ventanas durante los meses del confinamiento y el Premio Princesa de Asturias a la Concordia 2020, entre otras distinciones oficiales y no oficiales (esta semana CECO ha llevado a cabo un reconocimiento público). Pocas personas han criticado su actuación heroica. Incluso han trabajado con grave riesgo para su salud sin EPIs adecuadas por la mala gestión de sus superiores. La sociedad ha respetado y admirado su trabajo extenuante y estresante pero no han recibido un incremento salarial (ej. un mes extra) como en otros países ni los suficientes refuerzos en los hospitales y centros de salud para aliviar su situación o por si viene otra virus-oleada, que no es descartable.

Cuando ha empezado la mal llamada desescalada, han sido crecientes los incumplimientos masivos a las recomendaciones de las autoridades (ej. no aglomeraciones, mascarillas, distancia social, lavado de manos, etc.). Muchos de los actuales brotes se deben a las reuniones de impresentables irresponsables y también a los débiles filtros-coladero con los agujeros muy grandes en los aeropuertos y estaciones marítimas. Las autoridades y las personas deben ser conscientes que así provocan tanto los contagios a ciudadanos como la falta de respeto a los ciudadanos.

Así, los ciudadanos sin mascarillas por la calle, los eventos clandestinos y familiares sin medidas de seguridad, son una bofetada y una cruel falta de respeto a los sanitarios que se han partido y se están partiendo la cara por todos nosotros en las UCIs, centros de atención primaria, residencias de mayores, etcétera

Por todos los sanitarios, en especial para los que han fallecido o han quedado limitados por padecer la covid 19, debemos ser muy respetuosos y no atravesar las barreras de la inconsciencia, ingratitud y falta de civismo. Lamentablemente estos hechos son atribuibles a la juventud que ha explotado después del confinamiento, como lo demuestra el hecho de la bajada drástica de la edad media de los contagiados. Soslayar sin piedad estos excesos sería la mejor medalla que se pueda otorgar a los sanitarios.