Empiezo a pensar que los maestros estamos hechos de diferente pasta. Observo que hay una brecha muy grande entre este gremio y todos los demás. ¿Incomprendidos? Tal vez, no sé definirlo. El tema de la educación se analiza continuamente, sin embargo, a los profesionales que nos dedicamos a ello nadie nos escucha, y peor aún, nadie confía en nuestro criterio ni profesionalidad. Es cierto que en la carrera no nos enseñan para la práctica, y de ahí la falta de vocación que hoy se vive. Si, entre otras cosas, nos enseñaran la realidad de las aulas, muchos se replantearían dedicarse a esta profesión. En nuestro país hay muchos maestros, pero no todos lo son por vocación.

Volviendo al tema inicial, siento que nadie me entiende o más bien pasan del tema, pero se llenan la boca hablando de artículos sobre la educación de otros países, como Finlandia, donde la educación funciona mucho mejor. Pero si en nuestro país se confiara igual en sus profesionales de la docencia y se invirtiera lo mismo, también podríamos compararnos con los mejores. Mi posición es clara: en nuestros centros educativos tenemos grandes profesionales, escondidos y en la sombra, que cada día realizan una gran labor en nuestras escuelas. Creo que a todos nos frustra que no nos reconozcan nuestro trabajo bien hecho, sea cual sea nuestra profesión y, en cambio, sí que nos reconocen el trabajo mal hecho. Empecemos por respetarnos y reconocer el trabajo de cada uno, ya sea en un entorno escolar o en cualquier empresa privada. Hay que dar ejemplo entre todos y, sobre todo, respetar a los docentes, somos nosotros los que iniciaremos a los niños en la educación y la cultura y les daremos las herramientas para seguir aprendiendo.