Era de esperar, como así ha sido, que una Casa Blanca con el multimillonario Donald Trump como presidente de EEUU depararía muchas sorpresas y ninguna oportuna para el buen gobierno. Sin embargo, la revelación de una ‘resistencia interna’ hecha en un artículo anónimo de un alto cargo publicado en The New York Times y en el libro Fear (Miedo), de Bob Woodward, de próxima aparición, indica que cuanto ocurre tras las paredes del 1600 de la avenida de Pensilvania de Washington resulta muy alarmante. Según el autor del artículo, la raíz de cuanto sucede está en la «amoralidad» del presidente. Y ya se ha abierto la casa de brujas. Hasta el propio vicepresidente estadounidense, Mike Pence, ha tenido que salir a rechazar ser el autor del anónimo y ha afirmado que el diario debería estar «avergonzado». «El vicepresidente pone su nombre en sus artículos de opinión», afirmó Jarrod Agen, director de comunicación de Pence, en un mensaje en Twitter. Rizando el rizo de hasta dónde han llegado las sospechas, también el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, ha negado ser el autor del artículo. «No es mío», zanjó Pompeo durante una rueda de prensa en la embajada estadounidense en Delhi, donde se encuentra en visita oficial, en la que también fue muy crítico con el anónimo autor del escrito. La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, ha animado a quienes quieran saber quién es el autor del anónimo que ha desatado este sainete a que llamen a la división editorial del The New York Times. «La obsesión salvaje de los medios de comunicación con la identidad del cobarde anónimo está manchando irresponsablemente la reputación de miles de maravillosos estadounidenses que sirven con orgullo a nuestro país y trabajan para el presidente Trump», dijo Sanders.

No se trata aquí de ideología, de derechas o de izquierdas, de republicanos o demócratas. Se trata, simplemente, de falta de cualquier principio, lo que hace que el presidente tome decisiones que van contra la democracia, el comercio y contra los mismos EEUU. El objetivo de la ‘resistencia interna’ no es el de hacer caer a Trump. Es el de desactivar sus impulsos más dañinos. Ante el dilema de escoger entre la lealtad al país o la lealtad al presidente, estos ‘resistentes’ han escogido la primera lo que, más allá del caso práctico, abre un debate político cuanto menos interesante, un debate que le resbalará al presidente. En el colmo de la estupidez, Trump se ha permitido decir que sin él, The New York Times no existiría. Un pequeño dato: en sus 167 años de historia, el diario ha visto desfilar a 32 inquilinos de la Casa Blanca. El último, un tal Donald Trump.