Ha caído el telón del ya viejo 2020, con su guion dramático, sus actores y figurantes, sus tramoyistas e imprevistos, que fueron muchos. Ya es pasado y no tiene remedio. Démosle punto y final. Ninguno hemos salido totalmente indemne de esta situación que, de mil formas diferentes, ha trastocado nuestra estabilidad y seguridades. Pero se inicia una nueva etapa y se abre un libro en blanco que ha de ser escrito en presente, jornada a jornada o partido a partido como diría “el Cholo”. El pasado es inamovible, y el futuro lo desconocemos. Solo tenemos el presente, que es un regalo para llenarlo de vida y buen rollo. De buenos pensamientos y acciones. Para algunos, normalmente personas que desprenden amargura y se agarran a su propia frustración, esto es buenismo que hay que desdeñar. Para mí es posibilismo, concebir un año como un regalo lleno de oportunidades. El cambio es una puerta que se abre desde dentro, que depende solo de ti. Si quieres tener resultados distintos, habrá que pensar, sentir y actuar de forma distinta.

Sí, es la hora de resetearse, de cambiar el chip y reiniciar caminos, de reconstruir proyectos que alimenten metas y retos ilusionantes. Aunque para ello debemos concebir el pensamiento como un puente que nos conecta con otras realidades y no como un túnel que no tiene salida. El lamento y la queja no pueden ser el hilo conductor de esta nueva senda. Tampoco debemos borrar ni formatear, en términos informáticos, lo que tenemos. Lo vivido anteriormente debe curtirnos y servirnos para madurar y crecer sin perder la memoria. La clave siempre es la actitud. Como dice Victor Küppers, el conocimiento y las habilidades suman, pero solo nuestra actitud multiplica. El 75 % de los fracasos no se atribuyen a la falta de capacidad sino de actitud. Somos dueños de nuestro metro cuadrado, y desde que despertamos al amanecer cada día, decidimos cómo vivirlo, tomando numerosas decisiones a lo largo de la jornada que determinarán en buena medida cómo la terminaremos. Decidimos qué escuchar y leer, qué decir y soñar, la puerta a la que llamar, si es que lo hacemos.

Somos fuertes, hemos vencido numerosas y tremendas adversidades a lo largo de miles de años de Historia. Víctor Frankl, superviviente del holocausto nazi, escribe en El hombre en busca de sentido, que el rasgo común de todos sus compañeros que lograron salvarse de los campos de concentración es que alguna tarea o meta les aguardaba en el futuro que los mantenía con ánimo. El que tiene un porqué para vivir siempre encontrará el cómo, escribía Nietzsche. No debemos ni ser ilusos y creer que no pasa nada, que todo volverá a ser como antes, que vendrán otros a resolvernos los problemas. Pero tampoco podemos vivir en el derrotismo permanente, en alimentar miedos que nos paralizan. Y en ambas situaciones existen muchos intereses mediáticos y políticos. Francisco Umbral, que lo tuvo complicado en muchas facetas de su vida, escribió «no creo en quienes se quejan de la falta de oportunidades, porque la vida misma es una inmensa oportunidad». Aunque realmente hay personas que lo tienen más complicado que otras, y a las que se debe echar una mano y darles un empujón. En la vida nunca elegimos del todo las cartas que nos dan, pero sí como jugarlas. Nuestra grandeza se encuentra en que elegimos las respuestas, sabiendo primero a dónde se va para así elegir el camino. Confía en ti mismo y tus posibilidades, actúa con determinación y mantén la perseverancia en tu voluntad. Autoconfianza, determinación y perseverancia que, junto a la salud, es lo que te deseo para este año nuevo que comienza. Suerte.

* Abogado y mediador