Los expertos sentencian que no es nada nuevo, que ya viene de lejos, porque empezó prácticamente con el arraigo de internet. Pero el auge de las relaciones personales a través de la red se ha convertido en España en un fenómeno relativamente reciente. Así han aparecido numerosas aplicaciones convertidas en una manera de conocer gente, hacer amigos, encontrar una pareja o simplemente para ligar. El smartphone como sustituto del pub o las discotecas de otros tiempos. Y, además, convertido en un camino bastante más liviano como es el que supone la simple exposición on line. Te das a conocer y esperas que haya alguien al otro lado que diga me gusta. La primera cita ya está en marcha. A ciegas, pero un poco menos. Novedoso es el camino pero no tanto los patrones que se reproducen en estas app, según los analistas y una encuesta sobre los usuarios de las dating apps. Porque estas aplicaciones son, en definitiva, una reproducción de la vida real, con sus virtudes y defectos. Una manera de conseguir una cita tan del siglo XXI repite, de forma lamentable, unos modelos patriarcales de otras épocas y esa semilla machista tan arraigada en nuestra sociedad y que tanto cuesta erradicar. Y si son muchos los usuarios de estas aplicaciones, no tantos los que lo reconocen de forma abierta como si todavía fuera un estigma social no tener media naranja. El 7% de mujeres y el 10% de hombres que usan una app de ligue sí la han encontrado.