El hombre sensato cree en el destino, el voluble en el azar (Benjamín Disraeli).

Vivimos en España situaciones complejas en muchos ámbitos en las que se echa en falta una virtud tan necesaria como la sensatez. En una sociedad sometida a vertiginosos cambios, caracterizada por la incertidumbre y el vértigo a tantos retos, problemas y dificultades, cuando la desorientación, la falta de rumbo y determinación llevan a decisiones equivocadas, considero obligado en el momento presente reivindicar la sensatez. La sensatez en políticos, empresarios, directivos y responsables y en cualquier persona. Los retos que se avecinan en el ámbito político, desde el próximo 2 de diciembre de 2018, en la que se inicia todo un maratón de elecciones, es la oportunidad de que los ciudadanos también tomen la sensatez a la hora de elegir a los que deban gobernar y hagan frente a tantos desafíos.

Frente a tanta avalancha de fake news, de mensajes contradictorios, situaciones complejas y encrucijadas que la vida presenta, la persona sensata es aquella que esta dotada de buen juicio y percepción de las cosas. La sensatez va dirigida directamente al gobierno de cada uno. Ser sensato lleva a actuar con sentido común, permite comportarse buscando la verdad y el bien general. Hace mostrar una actitud mediadora, buscando la resolución del conflicto, lo que conduce a la prudencia, a no buscar la controversia ni la disputa innecesaria o estéril. El sensato actúa y se comporta con inteligencia emocional, comprendiendo la situación, respetando a los demás y actuando con moderación. La sensatez, la seriedad, el sentido común, la moderación, la prudencia y la competencia son virtudes que se pueden desarrollar, tanto desde la perspectiva individual como en nuestra relación con los demás y con la sociedad. En este sentido, el Diccionario de la Real Academia Española define la sensatez como aquella cualidad del sensato, y a este como prudente, cuerdo, de buen juicio.

Efectivamente, frente a las situaciones que generan conflictos, la sensatez será nuestro mejor aliado, la persona prudente y paciente no se enfadará con facilidad por las ofensas recibidas, tiene la habilidad de ofrecer buen juicio, con prudencia y sensatez, lo que le lleva a vivir con sentido y existencia recta. El sensato se toma las situaciones con calma, evitando caer en la desproporción y el descontrol. Para responder adecuadamente a los acontecimientos será necesario buena dosis de sensatez y buen juicio. Frente a la ofenda, practicar la paciencia y no perderse en los impulsos, dominando la ira.

La sensatez lleva al bien común, el insensato se arrastra hacia la ambición que lleva a la corrupción, en todas sus manifestaciones. En definitiva, la sensatez consiste en una capacidad propia de los seres humanos para conducir sus actos, obras y pensamientos guiados por el sentido común.

En la empresa, ser sensato es estar tranquilo, lo que lleva a tomar decisiones juiciosas y congruentes, para lo cual dedicar tiempo a pensar será fundamental, a pesar de la gran presión que la avalancha de información desborda muchas veces la capacidad de asimilación y decisión. La sensatez es una virtud que atrae al ser generadora de bien, pues las decisiones que se toman afectan a los demás. Por ello, se suele decir que el sensato tiene la conciencia tranquila, aunque siempre se podrá mejorar aquello que se hace, o incluso parar y corregir lo hecho si merece una rectificación. En el trabajo se valora la sensatez y la moderación en todos los actos, en la aplicación de normas y políticas, sabiendo discernir lo bueno y lo malo de la organización, para los trabajadores y para uno mismo. Ambas características, sensatez y moderación, son necesarias en todas las decisiones empresariales y en todos los aspectos de la vida personal.

Hacer lo insensato es más fácil que hacer lo sensato, por ello y a modo de conclusión, frente a tanto desafío a nivel político, cuando se apuntan nubarrones muy serios sobre la economía española, es sumamente importante reivindicar la sensatez a todos los niveles de responsabilidad, de manera que sepamos apreciar y valorar lo que tenemos, para decidir y elegir con sensatez. La sensatez crea vínculos de confianza, y confianza es la que deben otorgar los ciudadanos a políticos sensatos.

* Profesor asociado de la Universidad de Córdoba